LA MESA DEL SEÑOR
LA MESA DEL SEÑOR
1 CORINTIOS 11:27 … cualquiera que coma este pan o beba de esta copa del Señor en forma indigna es culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28 Por esta razón, cada uno debería examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. 29 Pues, si alguno come el pan y bebe de la copa sin honrar el cuerpo de Cristo, come y bebe el juicio de Dios sobre sí mismo. 30 Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto. 31 Pero, si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera. NTV.
La solemnidad de la Cena del Señor, con el paso de los tiempos se ha ido perdiendo dentro de las iglesias protestantes. Por tal razón, los creyentes que participan de este sacramento ordenado por el Señor, no le dan la importancia y relevancia que este sacramento se merece. Los creyentes de este tiempo, no se dan cuenta de que participar de la mesa del Señor, es un enorme privilegio, y es mejor que estar a la mesa de un millonario, de un gobernante, o un rey. Participar de la mesa del Señor, no es para cualquiera, es solo para los que han alcanzado la redención y la libertad de toda condenación. Jesucristo hizo posible la participación de los redimidos en Su mesa, por medio de la entrega de su cuerpo y su sangre en el madero. Esta entrega total del Unigénito Hijo de Dios, debe ser una causa de que todos los que participan de su mesa, le den la relevancia y la importancia que se merece.
Teniendo en cuenta que participar de la mesa del Señor es algo sagrado, los creyentes que tengan una conducta opuesta a la voluntad de Dios, no pueden participar de este solemne sacramento, ya que, al participar con una conducta reprochada por el Señor, se estarían condenando a sí mismos, pues serían culpables del cuerpo y de la sangre del Señor. Al participar con un corazón indigno, los creyentes en lugar de honrar el sacrificio de su Salvador en el madero, estarían participando de la culpa de los que le sacrificaron. En realidad, nadie es digno de participar de la mesa del Señor. Todos los redimidos son pecadores salvados por gracia. Esta es la razón por la cual los creyentes deben preparar su corazón para la comunión por medio de una introspección saludable, confesión de pecado y el arreglo de diferencias con otros hermanos de la fe, familiares y personas de su entorno. Estas acciones removerán las barreras que afectan la relación del creyente con Cristo y con otros creyentes.
Antes de participar de la mesa del Señor, los creyentes tienen que hacerse un auto análisis de su relación con Dios y con su prójimo. Si al realizarse este auto análisis se dan cuenta de que sus relaciones no andan bien y tienen asuntos no resueltos con su prójimo, o tienen pecados no confesados a Dios, los creyentes deben abstenerse de participar de la mesa del Señor, ya que si participan pese a saber que tienen un corazón indigno, serán severamente juzgados por el Señor. Para no ser parte de este juicio, el creyente cuando acuda a la mesa del Señor, debe hacerlo en una condición juzgada. Debe confesar y abandonar el pecado; debe hacer restitución; debe pedir perdón a aquellos a los que ha ofendido con sus acciones o con sus palabras. En general, debe asegurarse de que están en un estado apropiado de alma, porque el cuerpo del Señor fue dado para que el pecado pudiese ser quitado. Si los creyentes persisten en vivir en pecado, a la vez que participan de la mesa del Señor, viven una completa mentira y estarían caminando a su propio juicio en esta vida o en el final de los tiempos.
Queridos hermanos. Participar de la mesa del Señor, no debe tomarse con ligereza, este nuevo pacto le costó a Jesús su vida en el madero. La Santa Cena no es un ritual sin significado, sino un sacramento dado por Cristo para ayudarnos a fortalecer nuestra vida de comunión con Él y con nuestro prójimo, por eso, antes de participar de este sacramento, debemos hacernos un auto análisis de nuestras relaciones con Dios y con nuestro prójimo, si nuestras relaciones no son correctas, debemos abstenernos de participar, ya que si participamos seremos severamente juzgados por nuestro Señor. Hermanos. No permitamos que el reconocimiento de nuestros pecados nos aleje de la comunión con Dios, busquemos ser dirigidos a participar en ella, por eso, tras nuestro auto análisis tratemos de ponernos a cuenta, busquemos la paz con nuestros hermanos y con nuestro Señor. Confesemos los pecados que no le hayamos confesado y pidamos le perdón de todo corazón, para no ser juzgados en el final de los tiempos.