NO CANTEMOS VICTORIA ANTES DE TIEMPO
NO CANTEMOS VICTORIA ANTES DE TIEMPO
Antes de iniciar una batalla, comúnmente los contendientes se sienten vencedores, pues piensan que van a salir ilesos y victoriosos de la contienda. Con esta arrogancia y jactancia en sus fuerzas y habilidades, decretan su victoria sobre sus opositores antes de tiempo. Por supuesto, es importante que los contendientes antes de entrar en una batalla se sientan victoriosos, pero no es conveniente que decreten una victoria antes de tiempo, ya que pueden ser sorprendidos y derrotados en el campo de batalla. Las siguientes palabras fueron dichas por Acab al rey asirio, cuando este monarca se sentía vencedor antes de iniciar una batalla en contra de Israel: “Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado. Pero el rey de Israel respondió: Díganle que no cante victoria antes de tiempo.” 1Re 20:10-11 NVI.
Aunque estas palabras fueron dichas por un rey que no obedecía a Dios, son palabras de verdad. En algunas ocasiones hasta los perversos dicen la verdad. El rey de Siria había hecho demandas insultantes y degradantes al monarca israelí, amenazándolo que con su numeroso ejército destruiría completamente la ciudad si no obedecía al pie de la letra cada una de sus demandas. Con estas amenazas, trató de intimidar al rey, pero Acab no cayó en sus engaños , en su lugar le envió un mensaje, dándole a conocer que no cedería a sus demandas, y que si fuera un buen guerrero, no cantaría victoria antes de tiempo. De hecho, cuando el ejército sirio y el ejército israelita entraron en batalla, los sirios fueron forzados a la retirada y su rey tuvo que huir para salvaguardar su vida. De esta manera se cumplió las palabras del rey Acab, nadie debe cantar victoria antes de tiempo.
Muchos de nosotros como seguidores de Cristo, sobreestimamos nuestra propia habilidad para caminar firmes en el camino de la salvación y para servir a Dios con diligencia con todos nuestros dones y talentos. De esta manera actuamos como si pudiéramos conquistar con el evangelio al mundo, las tentaciones de la carne y al maligno. Pero una vez que estamos en este camino, nos damos cuenta de que la vida cristiana no es para nada fácil, ya que en este camino nos encontramos con un sinfín de obstáculos que tendremos que superar si queremos alcanzar la victoria y llegar a nuestra morada eterna en el reino de los cielos. Por eso, no demos por hecho de que por haber aceptado a Jesucristo, ya tenemos nuestra eternidad asegurada, ya que hasta que no entremos a la morada celestial junto a nuestro amado Padre Celestial, tendremos que batallar con las pruebas y tentaciones propias de este mundo, así como con nuestro tiempo para dedicar y servir a nuestro amado Señor y Salvador.