ENTRADA AL REINO DE LOS CIELOS

ENTRADA AL REINO DE LOS CIELOS

Existe una afirmación hecha por Jesucristo que un gran número de sus seguidores pasan por alto, pues creen que el Señor en Su amor y misericordia no cumplirá esa promesa. Con esa errónea creencia, hacen caso omiso estas palabras de advertencia hecha por el Hijo de Dios y llevan su vida cristiana pasiva, sin involucrarse en las actividades de su iglesia local, ni en sus ministerios, pues piensan que con el hecho de haber aceptado con sus labios a Jesucristo como su Señor y Salvador, es suficiente para no ir a la condenación y entrar al reino de los Cielos. A todos sus seguidores que piensan de esta manera el Señor les dice: No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Sólo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Mateo 7:21 NTV.

Para entrar al reino de los cielos no basta que hayamos escuchado el mensaje de salvación, y hecha la oración de fe para aceptar a Cristo Jesús en nuestro corazón. No basta con que asistamos a la iglesia todos los domingos sin faltar, como lo hacen muchos religiosos. No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura de nuestra vieja naturaleza implica un cambio radical de vida, un verdadero y genuino arrepentimiento por haber ofendido a Dios con nuestras acciones perversas. Si no existe ese cambio radical en nuestra vida, de nada vale que digamos que Jesucristo es nuestro Señor.

Cuando pronunciamos “¡Señor, Señor!”, nuestras palabras no deben ser vanas repeticiones, sino que deben ser sentidas desde lo más profundo de nuestro corazón. Además, al decir “¡Señor, Señor!” a Jesucristo, debemos estar dispuestos aceptar que Él es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. Esto lo demostraremos a través de nuestra obediencia a cada una de sus enseñanzas. Pero si no estamos dispuestos a aceptar lo que la palabra implica no debemos decir, «Señor, Señor» a Jesucristo, porque nosotros mismos nos estaríamos condenando.

Una persona religiosa nunca entrará al reino de los cielos, porque estas personas solo están interesadas en su exterior y no en su interior, en contraste a los intereses de los religiosos, Jesucristo está más interesado en el interior de sus seguidores, por eso a Él le interesa más nuestro andar que nuestro hablar. Jesucristo quiere que hagamos lo correcto, no que solo nos expresemos con corrección. Dejémonos de engañarnos, la oración de fe, asistir regularmente a la iglesia y el bautismo no nos llevarán al reino de los cielos si no ha existido un cambio radical en nuestro interior y en nuestra relación con Dios. Porque al cielo solo llegaremos si verdaderamente hacemos la voluntad de nuestro amado Padre Celestial. Su voluntad es que llevemos una vida de total obediencia a su Palabra, y sirvamos con nuestros dones y talentos en el cuerpo de su amado Hijo que es la iglesia.