SOMOS HIJOS DE DIOS

SOMOS HIJOS DE DIOS

Una vez que las parejas establecen su vínculo matrimonial, trabajan arduamente para tratar de generar un patrimonio matrimonial, y así dejar una herencia para su descendencia. Los únicos que tendrán derecho a la herencia generada a través de los años de vida matrimonial de la pareja, son sus hijos y nadie más. Algo similar sucede con el patrimonio que posee Dios en el reino de los cielos. A este patrimonio tendremos acceso únicamente los que hemos alcanzado la redención por el sacrificio de Cristo Jesus, yaqué Su sacrificio nos hace hijos de Dios, y como hijos de Dios tenemos derecho a toda la herencia que se encuentra en Su reino. Esta noticia maravillosa nos da a conocer el apóstol Pablo: “Ustedes ya no son como los esclavos de cualquier familia, sino que son hijos de Dios. Y como son sus hijos, gracias a él tienen derecho a sus riquezas.” Gálatas 4:7 TLA.

Toda persona antes de conocer a Cristo, vive bajo la esclavitud de las leyes humanas, pero una vez que conoce a Cristo, es liberado de esa esclavitud y pasa a pertenecer a la familia de Dios como un hijo adoptivo. Bajo la ley romana, un hijo adoptivo disfrutaba de todos los derechos legales relacionados con las propiedades de su padre, incluso si anteriormente fue un esclavo. No era un hijo de segunda clase, era igual a cualquier otro hijo, biológico o adoptivo, en la familia de su padre. Algo similar a la ley romana en cuanto a los derechos de los hijos adoptivos sucede en el ámbito espiritual. Desde el momento que aceptamos a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador, somos adoptados por Su Padre y pasamos a tener todos los derechos que tiene nuestro amado Redentor para con los recursos de Dios, ya que no somos hijos de segunda clase, somos hijos verdaderos de Dios. Como hijos de Dios, pasamos a ser coherederos con Cristo, absolutamente de todas las bendiciones espirituales que se encuentran escondidas en el reino de los cielos, sin importar que tan malo hayan sido nuestras vidas pasadas.

Esta nueva posición de coherederos con Cristo, no fue por nuestros méritos, sino por el sacrificio que Cristo realizó en la cruz del calvario, razón por la cual siempre debemos tener presente que los méritos de nuestra herencia futura, son gracias únicamente al inmenso amor incondicional que Cristo tuvo por nosotros. Por ese amor que nos tiene, no le importó entregar su vida para que fuésemos adoptados por Su Padre y compartamos toda su herencia en el reino de los cielos. Como hijos adoptados de Dios, no hay razón para que le tengamos miedo, podemos acercarnos confiadamente a su presencia en momentos de tribulaciones, buscando su ayuda oportuna, sabiendo que nuestro Padre no nos rechazará, sino que nos recibirá con sus brazos abiertos, dispuesto para ayudarnos a salir victoriosos de esas tribulaciones.