Jesus Is Life

FE EN JESÚS

FE EN JESÚS

MATEO 14:25 A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: ¡Es un fantasma!. 27 Pero Jesús les habló de inmediato: No tengan miedo dijo . ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!. 28 Entonces Pedro lo llamó: Señor, si realmente eres tú, mándame que vaya hacia ti caminando sobre el agua. 29 Sí, ven dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. 30 Pero, cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. ¡Sálvame, Señor! gritó. 31 De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. Tienes tan poca fe le dijo Jesús . ¿Por qué dudaste de mí?. NTV.

Cuando todas las cosas marchan bien en la vida del creyente, es fácil que afirme tener una fe férrea en el Unigénito Hijo de Dios. En esa situación de confort, incluso son capaces de animar a otros hermanos que están atravesando por tribulaciones, a que mantengan su fe en Jesucristo. Con palabras de ánimo diciéndoles que con la ayuda de Dios todo pasará y pronto saldrán victoriosos de esas tribulaciones. Pero qué sucede cuando a aquellos valientes creyentes les sobreviene una tribulación, la mayoría decae al igual que los hermanos a los cuales trataron de confortarlos, dudan del poder de Dios para ayudarles a salir victoriosos de esas situaciones adversas. Por lo general la mayoría de creyentes ante una adversidad, su fe decae y dudan en el poder de su Señor y Salvador, al igual que ocurrió con el apóstol Pedro en el pasado.

En cierta ocasión, en eso de las tres de la madrugada cuando los discípulos de Jesucristo estaban a mitad del camino cruzando el mar Muerto, Jesús fue a su encuentro, caminando sobre el agua. Los discípulos no lo reconocieron por lo cual sintieron miedo, pues pensaron que era un fantasma acercándose a ellos para hacerles algún daño. Para nada es de extrañar que los discípulos no reconocieran inmediatamente a su Maestro. Después de todo, a esa hora de la madrugada todavía estaba oscuro y había una tormenta, además no esperaban ver a su Maestro caminando sobre el agua. Por eso reaccionaron aterrorizándose inmediatamente e imaginaron que veían un fantasma. Pero de inmediato Jesús les habló y volvió a darles confianza. Ante algo inesperado, cualquiera pierde la calma y se atemoriza de lo que les puede a llegar pasar, tal como ocurrió con los discípulos de Cristo.

Una vez que se sintieron seguros con las palabras de Cristo, Pedro le pidió que también a él lo hiciera caminar sobre el agua para ir a su encuentro. El Señor le concedió el pedido de su discípulo, así que Pedro se dispuso a bajar de la barca y a caminar sobre el agua. Después de unos cuantos pasos, la fe de Pedro decayó al apartar sus ojos del Señor, y al ver las olas que batían el agua de sus pies de un lado a otro, empezó a hundirse. Lleno de miedo, Pedro clamó por ayuda al Señor, Quien de inmediatamente le extendió la mano y lo agarró. Una vez que su discípulo estuvo a salvo, Jesús le cuestionó por la poca fe que tenía en Él. Sin duda, al igual que Pedro, algunos cristianos se sienten valientes y con una fe inquebrantable, por eso cuando hacen un llamado para abrir algún nuevo ministerio, impetuosamente levantan la mano para ser parte de ese ministerio, pero con el transcurso de los días, ven las dificultades que conlleva estar en el ministerio, y el ímpetu inicial decae, así como la valentía y la fe inquebrantable que mostraban. Con todo eso, dudan del poder de Dios para ayudarles a seguir adelante con el ministerio.

Queridos hermanos. En ocasiones, dar los primeros pasos al frente de algún ministerio es fácil, pero con el transcurso de los días se vuelve complicado porque apartamos nuestra mirada de Dios y queremos seguir adelante en nuestras fuerzas. Cuando eso sucede, todo se ve complicado y nos invade el profundo deseo de abandonar el ministerio, o simplemente el ministerio cae en picada libre. En ese momento, debemos volver nuestra mirada a Dios, pedirle perdón por habernos apartado de Él, y pedirle que nos ayude a seguir adelante con nuestro ministerio, tomando el control absoluto de todo. Hermanos. Quizá no caminemos sobre las aguas como Pedro, pero seguramente caminaremos a través de situaciones adversas. Si nos concentramos en las circunstancias difíciles que se levantan cerca de nosotros sin buscar la ayuda de Dios, también terminaremos desesperados y hundiéndonos. Para que eso no nos suceda, mantengamos siempre nuestra mirada en el Señor aun en medio de las tormentas, y Él en su fidelidad nos extenderá la mano para ayudarnos oportunamente.

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