LA META FINAL

LA META FINAL

La vida cristiana es una carrera de larga resistencia y no de 100 metros planos, y solo los que lleguen a la meta, tendrán las recompensas que Dios tiene preparado. Sin duda, es importante que comencemos bien esta carrera, pero no es lo fundamental, ya que lo que realmente cuenta es la resistencia que nos capacita para terminar esta carrera cubiertos de gloria. Por eso, para correr con éxito, debemos despojarnos de todo lo que nos estorbe o nos cause peso, ya que el peso ara que nos fatiguemos con ligereza y prontitud, haciéndonos imposible que avancemos a la meta de la suprema gracia. Del peso que debemos despojarnos, no son los pesos físicos, sino el peso del pecado. Ya que el pecado puede hacer que tropecemos con tanta facilidad y quedemos relegados de seguir adelante en la carrera. Debemos ser perseverantes y no dejarnos vencer por las pruebas o tentaciones que se nos puedan presentar en el camino, ya que solo venciéndolos podremos llegar a la meta final. Hebreos 12:1.