MEJOR ES LA OBEDIENCIA

MEJOR ES LA OBEDIENCIA

Un error que cometen con frecuencia las personas, es creer que el eterno Creador pasará por alto y perdonará todos sus pecados, por el simple hecho de que asistan con regularidad a los servicios dominicales ha presentar sus diezmos, ofrendas y alabanzas a Dios. Por su puesto que las buenas acciones son de gran valor para el Señor, ya que Él fue Quien las estableció en el pasado, y ordenó al pueblo hebreo para que las ponga en práctica. Pese a que las buenas acciones son de gran importancia, no son fundamentales para obtener el perdón de los pecados y agradar a Dios. Esto les dio a saber el profeta Samuel a sus compatriotas: “Pero Samuel respondió: ¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.” 1 Samuel 15:22 NTV.

En los inicios de la nación hebrea, Dios ordenó a su pueblo que ofreciera ofrendas y sacrificios para la redención de sus pecados. Pero estas acciones no debían ser practicadas de forma mecánica, sino que tenían que ser sentidas, o hechas de todo corazón. Los israelitas antes de ofrecer sus ofrendas y sacrificios en el altar por sus pecados, debían mostrar que realmente estaban arrepentidos de haber fallado a Dios. Sus corazones debían estar totalmente quebrantados, pero el pueblo hebreo empezó a ofrecer sus ofrendas y sacrificios, sin mostrar arrepentimiento, ni tener su corazón quebrantado y menos amar verdaderamente a Dios. Los hebreos empezaron a cumplir estos rituales solo por el simple hecho de que debían hacerlo, mas no con la necesidad de alcanzar el perdón de sus pecados, por eso, no tenían una actitud de obediencia y sumisión al Señor de los ejércitos celestiales.

Las ceremonias religiosas o los rituales son vacíos a menos que se lleven a cabo con una actitud de amor, obediencia y sumisión al Señor. Pues una falsa devoción o adoración es el peor pecado que podemos cometer contra Dios. Ir a la iglesia regularmente, servir en un determinado ministerio, ofrendar, diezmar o alabar a Dios, no nos convierte en verdaderos adoradores, si no los practicamos de todo corazón. En la presencia del Señor, la obediencia y la sumisión son mejores que cualquier ofrenda valiosa o sacrificio que podamos ofrecerle, ya que todos los rituales sin esta disposición, no son cosas buenas, ni tienen valor moral. La obediencia y la sumisión al Señor, deben ser lo primero, lo último y lo de siempre en nuestras vidas. Debe ser nuestra contraseña para servir y agradar a nuestro amado Señor.