JUICIO CONTRA LA JACTANCIA
JUICIO CONTRA LA JACTANCIA.
EZEQUIEL 27:2 Hijo de hombre… 3 … Dale a Tiro este mensaje de parte del SEÑOR Soberano: “Oh Tiro, te jactaste diciendo: ‘¡Mi belleza es perfecta!’. 4 Extendiste tus fronteras hacia el mar… 26 ¡Pero mira! ¡Tus remeros te han llevado hacia mares tempestuosos! ¡Un poderoso viento oriental te ha causado destrozos en alta mar! 27 Has perdido todo: tus riquezas y tus mercancías, tus marineros y tus pilotos, tus constructores de naves, tus mercaderes y tus guerreros. En el día de tu ruina, todos a bordo se hundirán en lo profundo del mar. 34 Ahora eres una nave que naufragó, deshecha en el fondo del mar. Toda tu mercancía y tu tripulación se hundieron contigo. 36 pues llegaste a un horrible final y dejarás de existir. NTV.
Cuando la fama o la prosperidad llegan a la vida del hombre, la humildad se desvanece y la jactancia empieza a dominarles completamente. Dominado por la jactancia, los hombres empiezan a presumir de su fama, sus logros o sus posesiones, atribuyéndose de todo lo que han conseguido a sus propios esfuerzos. Al atribuirse a sus esfuerzos todo lo que han conseguido, los hombres cometen un grave error, ya que todo lo que logran conseguir en sus vidas, no es todo debido a sus esfuerzos, sino a la generosidad de Dios para con los hombres. Si Dios no fuese generoso, los hombres nunca conseguirían nada, pasarían siempre en la más absoluta ruina total. Pero Dios en su amor y misericordia, es generoso con toda la humanidad, por eso derrama de Sus bendiciones en la vida de los hombres, ya sea en forma de fama, logros
personales, o posesiones materiales. De Dios proviene todo lo que tiene el hombre, y por eso no tiene razones para jactarse.
El pueblo de Tiro, era una de las ciudades más importantes del mundo antiguo. La ciudad se levantaba a las orillas del mar Mediterráneo, punto estratégico para el comercio de la región. Tiro era una de las principales ciudades para el comercio, razón por la cual llegó a ser la ciudad más importante de la región. A la ciudad de Tiro, acudían mercaderes de diferentes ciudades de la región para realizar sus intercambios comerciales, incluida entre ellos los mercaderes de la nación hebrea. Tiro a pesar de ser el punto comercial de la región, quería algo más, quería ser la nación más poderosa de su época, la cual en ese entonces estaba ocupada por Israel. Cuando Israel fue atacada por el ejército babilonio, el pueblo de Tiro se alegró y quiso ocupar rápidamente ese lugar de privilegio que había mantenido Israel por muchos años. Con esta ambición, extendió sus fronteras al mar y construyeron grandes embarcaciones para aumentar los flujos de comercio con las otras naciones. Al lograr este propósito, Tiro se envaneció y se jactó, provocando la ira del eterno Creador.
Dios por medio del profeta Ezequiel, dio la profecía de destrucción de la ciudad de Tiro. Bajo el juicio del eterno Creador, todas sus embarcaciones utilizadas para el comercio serían totalmente destruidas, y con ello también serían destruidas: sus riquezas y sus mercancías, sus marineros y sus pilotos, sus constructores de naves, sus mercaderes y sus guerreros. Además, serían destruidos los puertos que eran utilizados para el intercambio comercial. Sin las embarcaciones y con los puertos comerciales destruidos, Tiro rápidamente pasaría a la ruina total, ya que el flujo de ingreso económico por los intercambios comerciales descendería hasta quedar en la nada. La gran ciudad comercial de Tiro después del juicio de Dios, solo quedaría en la historia de la región.
Queridos hermanos. La ciudad de Tiro recibió un castigo severo de parte del Señor, por envanecerse y jactarse de su hermosura, y la reciente prosperidad que había adquirido. Todo fue destruido con un solo suplido de Dios. La belleza y prosperidad de la ciudad comercial más importante de ese entonces, solo quedó para el registro de la historia de las ciudades importantes de la región. Hermanos. Envanecernos o jactarnos de nuestros logros o posesiones, no es nada recomendable, ya que esta actitud no le agrada para nada a nuestro Creador. Ya que al jactarnos, le quitamos todo los méritos que le pertenecen a Dios, ya que Él en su amor, misericordia y por su gran generosidad hacia nosotros, derrama de sus abundantes bendiciones para que las disfrutemos. Si Dios es Quien nos da todo lo que tenemos, no hay razón para jactarnos, en su lugar deberíamos ser gratos con Él, y glorificarle por su generosidad hacia nosotros.
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