LAS PROFECÍAS NO SON VANAS
LAS PROFECÍAS NO SON VANAS.
EZEQUIEL 12:21 Nuevamente recibí un mensaje del SEÑOR: 22 Hijo de hombre, has oído ese proverbio que citan en Israel: “El tiempo pasa y las profecías quedan en nada”. 23 Dile al pueblo: “Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘Pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de citarlo’”. Ahora dales este nuevo proverbio en reemplazo del otro: “¡Ha llegado la hora de que se cumplan todas las profecías!”. 24 Ya no habrá más visiones falsas ni predicciones aduladoras en Israel. 25 … Ya no habrá más demora para ustedes, rebeldes de Israel. Cumpliré mi amenaza de destrucción durante los años de su vida…. 28 … ‘¡Se acabó la demora! Ya mismo cumpliré todas mis amenazas. ¡Yo, el SEÑOR Soberano, he hablado!’ NTV.
Cuando era niño, toda la familia los jueves por la noche realizábamos diferentes actividades por la cual casi siempre nos acostábamos a dormir a la madrugada del viernes. Cierta noche de jueves, cuando mi familia aún no culminaba con las actividades planificadas para esa noche, ocurrió algo que interrumpió todas nuestras actividades, y tuvimos que salir corriendo de la casa. Esa noche, lo que interrumpió nuestra tranquilidad fue un fuerte temblor. Hasta ese momento, nunca había pasado por un fuerte temblor, solo había escuchado de fuertes temblores que habían ocurrido en el pasado en nuestro país, o en otros países del mundo. A mi mente, nunca había llegado la posibilidad de pasar por un temblor así de fuerte, y pensaba que antes de experimentar un temblor así, primero me llegaría la muerte. Casi un pensamiento similar la tuvo los habitantes del pueblo judío en el pasado, ellos habían escuchado las profecías de los mensajeros del Señor, pero cuando vieron que esas profecías no llegaban, ellos llegaron a pensar que las palabras de los profetas, habían sido simples palabras creadas por sus mentes retorcidas para perturbar la vida tranquila del pueblo.
El pueblo hebreo al ver que las profecías dadas por el Señor no se cumplían pese a que ya había pasado un tiempo considerable, empezaron a recitar este proverbio: “El tiempo pasa y las profecías quedan en nada”. Con esto daban a entender que las profecías de catástrofe sobre la nación habían sido simples palabras que el viento se los había llevado, que por eso, las profecías nunca se iban a cumplir. Con este pensamiento generalizado, el pueblo persistió en sus vidas de pecado. Ante la incredulidad del pueblo, el Señor le dio otro mensaje al profeta Ezequiel para que las transmitiera a Judá e Israel. El Señor le dijo: Pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de recitarlo. ¡Ha llegado la hora de que se cumplan todas las profecías! Ya no habrá más demora para ustedes, rebeldes de Israel. Cumpliré mi amenaza de destrucción durante los años de su vida. Con este mensaje, el Señor ratificó al pueblo hebreo que la hora de juicio sobre la casa de David había llegado, y que sus amenazas no habían sido simples palabras.
Dios no había derramado su juicio inmediato sobre el pueblo hebreo, porque les estaba dando tiempo para que mostraran arrepentimiento de sus pecados y rebeliones. Pero el pueblo no entendió esta oportunidad que Dios les estaba dando, y erróneamente pensaron que las profecías de juicio sobre la nación habían sido simples palabras de amenaza, que Dios nunca les castigaría por sus pecados y rebeliones. Dios en su amor y misericordia, siempre da oportunidades para que el pecador se arrepienta, pero cuando el pecador desaprovecha esta oportunidad, Dios derrama su justo castigo sobre el pecador. Israel en el tiempo que Dios le dio para que se arrepienta, no se arrepintió, más bien pensó que las profecías no habían sido ciertas, pero Dios le hizo saber lo equivocado que estaba, pues le anunció la cercanía de su juicio sobre él.
Queridos hermanos. Muchos cristianos tenemos por tardanza las promesas de nuestro Señor cuando sus promesas no se cumplen en el tiempo que esperamos. Por esa tardanza llegamos a pensar que las promesas de Dios no son reales, y nos sentimos tentados a apartarnos de los caminos del Señor, y volver a nuestra antigua vida. Muchos, no solo nos sentimos tentados, sino que terminamos por apartarnos definitivamente de los caminos del Señor. Antes de dudar de las promesas del Señor, debemos comprender que Sus promesas no se cumplirán a nuestro tiempo sino a Sus tiempos, porque sus tiempos son perfectos y los nuestros no. Hermanos. Dios cumplirá sus promesas a su debido tiempo, tal como cumplió las profecías de juicio sobre el pueblo hebreo. Con esto en mente, no tenemos que tener por tardanza ninguna de las promesas hechas por el Señor. Mas bien, debemos esperar con paciencia y en oración para que esas promesas se cumplan en nuestras vidas.
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