NO IMITEMOS AL MUNDO

NO IMITEMOS AL MUNDO.

Adoptar las costumbres de los demás es lo mejor que sabemos hacer. Nuestra mente, fácilmente se enamora de las costumbres, hábitos y tradiciones nuevas que surgen en el mundo. Muchos de estos cambios, los aplicamos en nuestras vidas solo con el afán de seguir la corriente del mundo sin analizarlas y sin estar seguros de que estos cambios son o no adecuados para nuestra vida cristiana. El apóstol Pablo en cuanto a imitar el estilo de vida del mundo nos dice: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, mas bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2 NTV.

El apóstol Pablo, con la sabiduría que Dios le ha dado, nos aconseja que no imitemos las conductas, ni las costumbres de este mundo. En este mundo cada cierto periodo de tiempo, surgen nuevos estilos de vida, muchas veces estos nuevos estilos cautivan o impresionan a las personas y las atrae a la práctica de las mismas. El estilo de vida mundana tiene su propia política, arte, música, religión, diversiones y pautas mentales. Lo nuevo no siempre es adecuado para los seguidores de Cristo, por eso, antes de adoptar las nuevas conductas o tendencias predominantes en el mundo, tenemos que analizarlos a través de la lupa de las sagradas escrituras. Si el nuevo estilo de vida está contra la voluntad de Dios, no debemos imitarlo, más bien, debemos desecharlo y dejar que Dios transforme nuestra forma de pensar. Es posible que evitemos muchas de las costumbres mundanas sin que dejemos de ser orgullosos, codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes.

La transformación total de nuestra mente nos ayuda a abandonar todas los hábitos y costumbres mundanas. La renovación de la mente sólo puede ocurrir a medida que el Espíritu Santo cambia nuestra manera de pensar mediante el estudio y la meditación constantes de las Escrituras. Una mente renovada estará saturada de y controlada por la Palabra de Dios, y estará en capacidad de aprender a conocer la voluntad de Dios, la cual siempre es buena, agradable y perfecta.