NO ENVIDIEMOS A LOS PECADORES

NO ENVIDIEMOS A LOS PECADORES

Al ver la prosperidad de las personas que no viven en conformidad a la palabra de Dios, muchas veces nos causa envidia, porque anhelamos tener una vida próspera, libres de padecer cualquier necesidad. Sentir envidia de las personas inconversas no es adecuado para un hijo de Dios, y esto nos afirma el escritor de Proverbios: “No envidies a los pecadores, y obedece siempre a Dios” Proverbios 23:17 NTV. A pesar de que las personas inconversas nos lleven ventaja en la adquisición de bienes materiales sin prestar atención a lo que Dios quiere, no debemos sentir envidia de ellas, porque las posesiones terrenales son pasajeras, no perduran para siempre.

La envidia envenena nuestra mente, cautiva nuestro corazón y nos roba la paz interior. Las riquezas no es todo en este mundo, por eso no debemos codiciarlas. En este mundo hay algo más importante que cualquier posesión material, y las personas que prosperan libres de toda responsabilidad de la práctica de la palabra de Dios jamás la tendrán. Todos los que alcancen la prosperidad sin tener a Dios en su corazón, no tendrán parte en el reino de los Cielos, no serán coherederos con Cristo Jesús en el reino venidero.

El escritor de este Proverbio nos anima a vivir en obediencia a nuestro Señor, ocupándonos de nuestra comunión continua con Él, porque ocuparnos de la prosperidad de las personas inconversas solo nos traerá dolor de cabeza y desánimo, en tanto que ocuparnos de nuestra comunión con el Señor, nos traerá deleite y gozo infinito. Dejemos de envidiar a los que prosperan sin Dios, más bien hagamos de la comunión con Dios el propósito principal de nuestra vida. Tengamos presente que hay un día futuro de juicio para los pecadores y de gloriosa esperanza de recompensa para los justos, que no serán defraudados. Tal vez en este mundo no obtengamos todas las cosas que anhelemos, pero nuestra esperanza no es para este mundo, nuestra esperanza mira más allá de la muerte y resurrección, a un glorioso futuro en la presencia de nuestro eterno Creador.