JOSUÉ 8
A DIOS LA GLORIA.
30 … Josué construyó un altar al SEÑOR… en el monte Ebal. 31 Siguió los mandatos que Moisés … había escrito en el libro de instrucción… Entonces presentaron sobre el altar ofrendas quemadas y ofrendas de paz al SEÑOR. 32 … Josué copió en las piedras del altar las instrucciones que Moisés les había dado. 33 … todo Israel … fue dividido en dos grupos… Ambos grupos quedaron frente a frente y, entre ellos, estaban los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR… 34 … Josué le leyó al pueblo todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de instrucción. NTV.
Por lo general, cuando las personas consiguen triunfos en sus vidas, ya sea en el ámbito académico, laboral o deportivo, se glorían así mismo, ya que sienten que esos triunfos fueron logrados gracias a su sacrificio, empeño y dedicación. Con esta forma de pensar, las personas se olvidan que alguien más estuvo ahí para ayudarles a tener esos triunfos. El pueblo hebreo después de conquistar la ciudad de Hai, edificó un altar para glorificar a Dios, reconociendo que Él les había dado el triunfo sobre aquella ciudad.
Josué, tras la victoria en contra del ejército de la ciudad de Hai, construyó un altar en honor al SEÑOR en el monte Ebal. Este altar fue construido con piedras enteras sin tallar, en conformidad a las instrucciones dadas por Moisés al otro lado del río Jordán. Este altar fue levantado en el mismo lugar donde el Creador le había prometido por primera vez a Abraham entregar esas tierras a su descendencia. Siquem, fue el lugar de esa promesa, la cual se ubicaba entre los montes Gerizim y Ebal en la región montañosa. En este lugar Abraham había edificado un altar a Dios tan pronto como recibió la promesa de una herencia para sus descendientes.
Una vez levantada el altar, todo el pueblo ofreció sacrificios y ofrendas de paz a su Creador, por haberles dado la victoria en contra de las dos primeras ciudades de la región de Canaán. A través de estas acciones, el pueblo reconoció que la gloria solo le pertenece a Él. Ante cualquier logro personal, las personas deben reconocer que esos logros son gracias al eterno Creador, pues Él es quien derrama el poder, la fortaleza, y la sabiduría sobre toda la humanidad, por eso, toda la gloria debe ser para el eterno Creador.
Tras los sacrificios del pueblo hebreo, Josué copió en las piedras del altar, las instrucciones que había recibido de Moisés. Posiblemente estas instrucciones que Josué escribió en las piedras fueron: los primeros cinco libros de la Biblia. O quizá sólo algunas porciones de la ley tales como: los Diez Mandamientos, el libro de Deuteronomio, o las bendiciones y las maldiciones del Deuteronomio. Pero De acuerdo a una tradición judía en el Talmud, Josué copió la ley de Moisés en setenta idiomas, con el fin de que todas las naciones del mundo la pudiesen leer.
Tras escribir las instrucciones en las piedras del altar, Josué en presencia de todo el pueblo hebreo, leyó las leyes dadas por Moisés, para que todo el pueblo acepte y así quede confirmado el pacto con Dios en la nueva tierra que estaban heredando. El pacto del Señor era con toda la nación, por eso, en presencia de todo el pueblo fue leído para que nadie en Israel pudiera decir en el futuro; “No tuve oportunidad laboral de conocer la palabra del eterno Creador”.
Queridos hermanos, el pueblo hebreo tras los primeros triunfos sobre los reinos cananeos, glorificó y honró a Dios por haberles dado la victoria. Construyeron un altar, presentaron ofrendas y sacrificios. A través de la lectura de las leyes confirmaron el pacto con Dios y afirmaron vivir bajo esas leyes en la tierra que Dios les estaba entregando en heredad. Hermanos, en cada uno de los triunfos o logros que obtengamos en nuestra vida, recordemos que esos triunfos no nos pertenecen a nosotros, esos triunfos le pertenecen a nuestro amado Creador, por eso Él debe recibir toda la honra, la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos amen.
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