DIFICULTADES EN EL SERVICIO A DIOS
DIFICULTADES EN EL SERVICIO A DIOS
2 Corintios 11:23 … me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones. 24 En cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos. 25 Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar. 27 He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado. 28 Y, además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias. NTV.
La vida de un verdadero siervo de Dios, no es fácil, ya que posiblemente a lo largo de su vida ministerial, tendrá que afrontar un sinfín de dificultades y penalidades al momento de cumplir con su llamado ministerial. Un vivo ejemplo de los avatares a los que posiblemente tendrán que enfrentar los siervos de Dios en sus vidas, es la vida del apóstol Pablo. El apóstol desde el momento que empezó a servir a su Señor y Salvador, tuvo que enfrentarse a varios obstáculos, muchos de ellos fueron realmente difíciles y complicados de sobrellevar, pero pese a ello, no se rindió, sino que siguió adelante con firmeza, venciendo o sobrellevando todas las adversidades que le sobrevenían, y así prosiguió adelante cumpliendo con la encomienda de compartir el evangelio de la cruz a todos los pueblos y naciones del mundo.
Posiblemente ningún siervo de Dios de la actualidad, pase por las mismas penalidades que el apóstol Pablo al momento de cumplir con su labor ministerial, ya que, en los tiempos presentes, en la mayoría de países del mundo, no hay tanta persecución a los que comparten el evangelio de la cruz como lo era en el pasado, ahora hay más libertad para predicar abiertamente el evangelio del reino de los cielos a los hombres. Si los tiempos presentes fuesen similares a los tiempos del apóstol Pablo, en el cual los seguidores de Cristo eran mal vistos, y perseguidos por compartir el evangelio, no todos los que ahora están al frente de las congregaciones o en las calles predicando el evangelio lo harían, sino que muchos de ellos desistirán en seguir adelante con la obra del Señor por resguardar sus vidas. Porque los predicadores y maestros de la Biblia de hoy, no están dispuestos a afrontar penalidades similares a las que tuvo que afrontar el apóstol Pablo y muchos discípulos de Cristo.
Pablo a lo largo de su ministerio, fue constantemente encarcelado, azotado en innumerables veces, y enfrento a la muerte en repetidas ocasiones. En cinco ocasiones distintas recibió treinta y nueve latigazos por parte de los líderes judíos. Tres veces fue azotado con varas. Una vez fue lapidado. Tres veces sufrió naufragios en aguas profundas. Una vez paso toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar. De la misma manera paso varios días sin dormir por trabajar arduamente, también paso hambre, sed y frio. Y como si eso no fuese poco, tuvo que llevar la carga y preocupaciones por todas las iglesias que había levantado. Pese a todas estas penalidades, el apóstol Pablo no desfalleció, sino que siguió adelante para cumplir fielmente con la encomienda recibida de su Señor y Salvador Jesucristo.
Queridos hermanos. Las penalidades por las que atravesó el apóstol Pablo en su vida ministerial, no todos los siervos de Dios están dispuestos a soportala y a sobrellevarla, sino solo los verdaderos siervos de Dios. Esto es evidente, ya que muchos que se dicen ser siervos de Dios cuando se les sobrevienen penalidades, fácilmente desisten en seguir adelante con el ministerio que el Señor les encomendó, de esta manera demuestran que su fidelidad a Dios solo es cuando sobreabundan bendiciones en sus vidas. Hermanos. Si somos verdaderos siervos de Dios, al igual que el apóstol Pablo, los demás discípulos de Jesucristo, y muchos otros siervos de Dios que nos presidieron, debemos mantenernos firmes en nuestro servicio a Dios, sobrellevando las aflicciones que lleguen a nuestras vidas. No debemos permitir que las persecuciones, las enfermedades, o las necesidades nos alejen de nuestro llamado. Debemos permanecer firmes hasta el final, sirviendo con todo nuestro amor y devoción a nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.