UNA ACTITUD HUMILDE

UNA ACTITUD HUMILDE

Nuestra naturaleza es tratar de impresionar a los de más con los talentos y los dones espirituales que tenemos, ya que nos gusta ser el centro de atención, y ser admirados por todas las personas que nos rodean. Esta actitud no es propia de los hijos de Dios, ya que al tratar de impresionar a otros, nos vanagloriamos en vez de que Dios sea glorificado por medio de nosotros, pues los diferentes talentos y dones espirituales que tenemos, fueron provistos por el Señor para su gloria. Los talentos y los dones espirituales, no se nos fue dado para que nos creamos superiores a los de más, sino para que sirvamos a otros con esas capacidades. Por eso nunca debemos vanagloriarnos, en su lugar, debemos permanecer siempre humildes pese a los talentos y dones que podamos tener. Además, debemos considerar a los demás mejores que nosotros, despojando de esa manera el egoísmo que subsiste en nuestro ser. Esta actitud humilde es la que nos demanda nuestro amado Señor. Filipenses 2:3.