LIBRES PARA SERVIR
LIBRES PARA SERVIR
La esclavitud humana no ha sido abolida en su totalidad, pese a las grandes manifestaciones que se han realizado alrededor del mundo en los últimos tiempos, razón por la cual existen personas que todavía viven bajo el yugo de otro hombre. Los que viven bajo este yugo, anhelan pronto ser liberados para vivir sin ataduras y disfrutar plenamente de su libertad. En este mundo, no solo existe la esclavitud de un hombre hacia otro hombre, sino también la esclavitud del pecado hacia el hombre. Esta última, no solo quita la libertad al hombre, sino que también le condena a una eternidad de sufrimientos.
De la esclavitud del pecado, Dios ha dado libertad a todo el mundo, pero muchas personas prefieren seguir viviendo bajo ella, pues no quieren aceptar el ofrecimiento generoso que les ha hecho Dios. Esta libertad, no es para que las personas que han aceptado este regalo, hagan con su vida lo que bien les parece, sino para que vivan procurando servir a su prójimo, tal como lo da a conocer el apóstol Pablo: «Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad. Pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor». Gálatas 5:13 NTV.
Entre los creyentes, existe una tergiversada comprensión de la libertad que tenemos en Cristo Jesús, pues piensan que tras su conversión a Cristo, son libres para seguir satisfaciendo sus deseos depravados de su vieja naturaleza, ya que no serán condenados por sus pecados debido a que Jesucristo ya los ha perdonado y los perdonará . La libertad que nos da Cristo, es la libertad para vivir sin culpabilidad de nuestros pecados pasados, libres del dominio del pecado, es decir, libres de la esclavitud a los vicios de este mundo, libres de la esclavitud de las pasiones carnales, de la esclavitud del materialismo o del placer; por último libres del juicio de Dios contra el pecado. Con la libertad que nos ha dado Cristo, no quedamos libres para hacer lo que quisiéramos hacer, porque eso sería convertir la libertad en libertinaje.
La verdadera libertad que tenemos en Cristo, es para servir a todos los miembros de Su cuerpo, y a todas las personas en general con todo el amor que irradia nuestro Padre Celestial sobre nuestras vidas. Una vida de servicio amoroso a Dios y a nuestro prójimo, satisface más que cualquiera de los placeres de este mundo, ya que la sonrisa de las personas con quienes compartimos momentos, llena de alegría nuestro ser interno, y esta alegría no desvanece con el pasar de los tiempos, sino que queda grabada en nuestra mente y en nuestro corazón. Y como si eso no fuese poco, también queda la satisfacción de haber hecho lo correcto para honrar y glorificar el santo nombre de nuestro amado Señor y Salvador Cristo Jesús .
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