NO HAY IMPUNIDAD PARA EL PECADO
NO HAY IMPUNIDAD PARA EL PECADO
AMÓS 2:4 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Judá han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Rechazaron la instrucción del SEÑOR y se negaron a obedecer sus decretos. Se han descarriado por las mismas mentiras que engañaron a sus antepasados. 5 Por lo tanto, haré caer fuego sobre Judá y todas las fortalezas de Jerusalén serán destruidas. NTV.
Dios es el creador de todo el universo, por ende, a Él le pertenece cada una de las cosas que existe en el espacio, en el cielo y en la tierra; sean estrellas, meteoritos, satélites, lumbreras, ríos, montañas, valles y todos los seres vivos, sean marinos, terrestres o que vuelen por los aires. Dios con su gran poder afirmó cada una de esas cosas en su lugar. Nada de lo que está en ese amplio universo está fuera de su alcance. Todos los hombres forman parte de su creación, por lo cual, todos deben rendirle culto y adoración a su Creador. También deben obedecer fielmente las leyes que fueron dictadas en el Huerto del Edén, y cualquiera que transgreda estas leyes, merecen el castigo Divino, por su rebeldía contra su Creador.
Todas las naciones de la antigüedad abandonaron las leyes dadas por Dios en el Huerto del Edén, se corrompieron y transgredieron cada una de las ordenanzas de Dios. La maldad de esas naciones, desbordaría la paciencia de Dios, preparando así la ira del Creador sobre ellos. En su justicia, el supremo Creador empezó juzgando severamente a las naciones vecinas a Israel y Judá por sus malas acciones y atrocidades cometidas en contra de su pueblo amado, así mismo por su idolatría, y perversiones morales repudiadas por el Creador. Esas naciones no habían conocido las ordenanzas de Yahvé, tan rigurosamente como las conocían las naciones hebreas, pero cada una de las cosas creadas revelaban algo de la voluntad de su Creador, y no solo eso, sino que las naciones empíricamente tenían el conocimiento del bien y del mal, pero ellos prefirieron seguir el camino de la maldad, por esa razón la justicia de Dios fue sobre ellos
Luego de juzgar a las seis naciones vecinas a Israel y Judá, ahora el juicio Divino vendría sobre la propia nación que Dios en el pasado había escogido para que sea su pueblo amado y su posesión más valiosa. El Creador una vez que escogió a esta nación, rigurosamente los instruyó en las leyes y los mandamientos que debían seguir como pueblo escogido, pero ellos, prefirieron hacerlas a un lado y seguir sus vidas como el resto de las naciones paganas de la región. La nación hebrea pasó por alto la Palabra revelada de Dios. Ellos sabían lo que Dios quería, aun así, continuaron ignorándolo, y se unieron a las naciones paganas para adorar a sus ídolos, y cometer toda clase de atrocidades.
Después del reinado de Salomón, el reino hebreo se dividió y las tribus de Judá y Benjamín constituyeron el reino del Sur (Judá) bajo el reinado de Roboam, hijo de Salomón. Las otras diez tribus constituyeron el reino del Norte (Israel), y siguieron a Jeroboam, que se había revelado en contra de Roboam. Estas dos naciones separadas siguieron sus vidas, pero ninguna de ellas siguió fielmente el camino que Dios había elegido para ellos, más bien, se fueron contaminando más y más de las costumbres y tradiciones de sus vecinos, llevándolos así a la profundidad del pecado. La primera nación en ser juzgada de estas dos naciones divididas fue Judá. La culpa o pecado de Judá era el de la apostasía religiosa: habían rechazado la ley de Yahvé. Sus “mentiras” eran las enseñanzas falsas que les habían conducido a la idolatría. No solamente las morales sino también las ceremoniales. Ahora había llegado el día de su juicio. La gente sería oprimida despiadadamente; no podrían escapar. La calidad de pueblo elegido, no les garantizó la impunidad de sus pecados, más bien el castigo divino sería mayor sobre ellos.
Queridos hermanos. Dios como supremo Creador del universo, tiene el derecho para disciplinar a sus criaturas cuando estas lleven vidas desenfrenadas fuera de Su voluntad, sean que estas criaturas hayan conocido o no su palabra. Pero el castigo será mayor sobre las criaturas que a pesar de haber conocido Su palabra, lleven vidas desenfrenadas completamente fuera de Su voluntad. Hermanos. Nosotros que conocemos la palabra de Dios, debemos llevar una vida que le agrade y honre a nuestro Creador, por eso debemos apartarnos de la maldad, el pecado y todos los placeres de este mundo perverso, y vivir bajo la voluntad de nuestro Señor, cumpliendo y obedeciendo Su palabra. Ya que si no vivimos de esta manera, la ira de Dios sobre nosotros será mayor que la de los inconversos.
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