DISCÍPULOS DE CRISTO

DISCÍPULOS DE CRISTO.

Despojarnos del egocentrismo es difícil y complicado, ya que el ego está impregnado en lo más profundo de nuestro ser. No es fácil cambiar nuestra mentalidad de la noche a la mañana para despojarnos del amor que tenemos hacia nosotros mismos, a nuestros familiares o a nuestros amigos. Pero si queremos ser unos buenos discípulos de Cristo, lo debemos de hacer, ya que solo al despojarnos de nuestro auto ego podemos cumplir sin vacilar las demandas de Cristo Jesús. Esta exigencia para los que anhelamos ser Sus discípulos la encontramos en el tercer evangelio. Nuestro Señor nos dice: “Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida.” Lucas 14:26 TLA.

Cuando empezamos a caminar en los caminos del Señor, pensamos que al asistir a la iglesia o participar de algunos ministerios ya somos seguidores de Cristo o sus discípulos, pero poniéndonos a meditar en lo que nos dice las Escrituras, nos podemos dar cuenta de que todavía no somos discípulos de Cristo, porque cualquier persona puede asistir a la iglesia, y servir en algún ministerio en una iglesia cristiana sin amar profundamente a Cristo. Pero para ser uno de sus discípulos es necesario y fundamental, un profundo amor a Él. ¿Qué significa amar profundamente a Cristo? Significa que Él ocupa el primer lugar de nuestro corazón y de nuestro ser. Que nuestro amor no se encuentra fraccionado en porcentajes, sino el cien por ciento de nuestro amor está dirigido a Él. Debemos amar a Cristo más que a todas las personas que existen en este mundo, como: Nuestros padres, hermanos, conyugues, hijos, familiares y amigos. Y no solo eso, sino que también debemos amar a Cristo más que a nosotros mismos.

Existe una manera de saber si somos o no verdaderos discípulos de Cristo, si al momento de querer hacer siempre la voluntad de nuestro Señor hay algo o alguien que nos impide hacerlo, significa que todavía no somos discípulos de Cristo, porque todavía no amamos profundamente a Él con todo nuestro corazón y nuestro ser, ya que si amamos a Cristo sobre todo y todos, estaremos en capacidad de vivir bajo su voluntad y obedecer cada una de sus instrucciones que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Al amar a Cristo profundamente con todo nuestro corazón y nuestro ser, no habrá nada ni nadie que impida que hagamos su voluntad, ni siquiera nuestros propios deseos, pues nuestra voluntad será siempre de agradarle solo a Él, llevando una vida que honre y glorifique su Santo nombre en cada instante de nuestras vidas en este mundo.