¡QUIÉN NO ARRIESGA NO GANA!

¡QUIÉN NO ARRIESGA NO GANA!

El miedo al fracaso es el temor principal por el cual las personas no se atreven a tener nuevas experiencias en los diferentes aspectos de sus vidas. Debido a este temor, no se arriesgan a emprender nuevos proyectos laborales o ministeriales. Para emprender algo nuevo, muchas personas esperan a que las condiciones estén perfectas u óptimas, ya sea en el tiempo, en los recursos económicos, en el personal capacitado etc. Por esperar a que todo esté óptimo, pierden grandes oportunidades de crecer y superarse en sus puestos de trabajos, en sus negocios, o en su servicio a Cristo dentro de su cuerpo. Ser cautelosos al momento de querer emprender algo nuevo, es bueno y necesario, pero no se debe ser siempre así, en ocasiones, hay que arriesgarse para ganar o cosechar, precisamente esto nos da a entender el rey Salomón en el siguiente versículo: “El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha” Eclesiastés 11:4 NTV.

Es difícil en la vida que nos encontremos siempre con condiciones perfectas u óptimas para emprender algún proyecto, pero sí es más factible, que nos encontremos con condiciones para nada favorables. Si esperamos a que todas las condiciones se conviertan en perfectas y favorables no lograremos nada, más bien, posiblemente perdamos la oportunidad de emprender algo grande, algo trascendental. Normalmente siempre sopla un poco de viento y se ven algunas nubes. Si el agricultor esperara la condición del viento cero, jamás sembraría. Si espera a que no haya riesgo de lluvia para cosechar el fruto de su trabajo, no saldría a cosechar y las cosechas se echarían a perder antes de que las recoja. El agricultor no espera las condiciones perfectas para sembrar, ni para cosechar, él se arriesga para obtener su recompensa.

Si se desea obtener algo en la vida, es preciso arriesgarse con la debida prudencia y no esperar a ver disipadas todas las dificultades para decidirnos a la acción. Las condiciones ideales para iniciar algún nuevo proyecto se dan raras veces, y si no estamos dispuestos a realizar estas nada más que cuando aquellas se presentan, nos quedaremos inactivos la mayoría de las veces, y, si no nos arriesgamos a emprender cuando las condiciones están en contra, jamás obtendremos la recompensa añorada. Si deseamos emprender algo nuevo en nuestra vida secular o ministerial, debemos arriesgarnos, pero no sin antes poner todo en las manos de Dios. Porque Dios, es el Único que nos puede ayudar para que todos nuestros proyectos se hagan realidad. Él puede convertir las condiciones no favorables, en condiciones perfectas para que nuestros proyectos marchen de la mejor manera y den los resultados que deseamos. Recuerde: Aquel que espera a la seguridad, esperará para siempre.