EL DÍA DE SALVACIÓN.
ISAÍAS 49:8 Esto dice el SEÑOR: En el momento preciso te responderé; en el día de salvación te ayudaré. Te protegeré y te daré a las naciones para que seas mi pacto con ellas. Por medio de ti restableceré la tierra de Israel y la devolveré a su propio pueblo. 9 Les diré a los prisioneros: “Salgan en libertad”, y a los que están en tinieblas: “Vengan a la luz”. Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes y en colinas que antes estaban desiertas. 12 ¡Miren! Mi pueblo regresará desde muy lejos… NTV.
Durante todos los años que el pueblo hebreo estuvo desterrado de su tierra natal, el territorio del reino de Israel se volvió desértico. Habían desaparecido los viñedos y los campos fértiles que producían una variedad de cereales, granos y hortalizas, se habían cubierto de cardos y espinos. No había quedado nada de la tierra fértil donde abundaba la leche y la miel. La tierra había pagado las consecuencias pecaminosas de sus habitantes, y en todos esos años la tierra había perdido su hermosura debido al abandono que había sufrido. Uno de los judíos que había retornado a Sion tras el decreto del rey del imperio Medo-persa, al ver la ruina en que se hallaba el territorio de su nación amada, y bajo la inspiración Divina: Dirigió una profecía gloriosa acerca del destino que tendría el territorio de su reino en los planes del eterno Creador.
De acuerdo a la profecía del profeta. El Señor en el momento preciso, respondería al clamor de su pueblo; en el día de salvación le ayudaría. Le protegería y le daría a las naciones para que sea su pacto con ellas. Esta profecía se refería a la liberación de los cautivos de Judá, a la salida de Babilonia y a los primeros tiempos en la tierra prometida. Dios en su amor y misericordia, estaba dispuesto a dejar en el pasado la rebelión de su pueblo, y restablecer la misma comunión que había mantenido con ellos en el pasado. El Señor estaba dispuesto a liberar completamente a su pueblo del cautiverio y dirigirlos nuevamente a la tierra que les había entregado como posesión perpetua. Además, iba a sustentar cada una de las necesidades de su pueblo, y no solo eso, sino que también el país arruinado sería revitalizado y las tierras perdidas serían parceladas de nuevo para que sean una luz ante las otras naciones.
Por medio del remanente, el Señor restablecería todo el territorio del reino de Israel y la devolvería a su propio pueblo. Todos los exiliados del pueblo hebreo en los diferentes puntos del mundo, nuevamente retornarían a sus tierras sin importar que tan lejos se encontrasen exiliados. También retornarían los que estuviesen presos en alguna nación, o presos en las tinieblas bajo el control del maligno. En el momento designado por el Señor, todo el pueblo hebreo volvería a vivir bajo el cuidado y la protección del único Dios verdadero. Ellos serían nuevamente sus ovejas, a los cuales les apacentará en pastos verdes y en colinas que antes estaban desiertas. Estas palabras de profecía no son pronunciadas solamente para exhortar y consolar a Sion. No son meras palabras humanas, pues se remontan hacia alturas que sobrepasan las propias expectativas del profeta y que a él mismo le habrán parecido sumamente misteriosas
Por medio de esta profecía, el Señor promete al pueblo hebreo que se acercaba un tiempo de perdón mediante el trabajo del alma del Siervo a quien ha preparado como un Mediador del pacto con el pueblo. Ese día sería indudablemente un día de salvación, un día de regocijo para el pueblo afligido. Esta maravillosa profecía no solo era para el pueblo hebreo, sino también para todas las naciones del mundo. Dios en su momento oportuno envió la salvación para toda la humanidad por medio de su amado Hijo. En Cristo Jesús, Dios perdonó a toda la humanidad de sus pecados, los redimió de la esclavitud de las tinieblas y los hizo aptos para que puedan estar en su presencia eternamente.
Queridos hermanos. La profecía dada por el profeta se cumplió en el pasado, Dios restableció nuevamente el reino de Israel después del cautiverio. La ciudad, las murallas y el templo fueron reconstruidas. Todos los cautivos regresaron a su nación amada para repoblarla nuevamente. La salvación dada al pueblo hebreo se expandió a toda la humanidad cuando Cristo vino a este mundo y entregó su vida por todos los pecadores. Gracias a esta acción salvífica, toda la generación presente y la generación futura podrán encontrar el perdón de sus pecados y la vida eterna junto a Cristo Jesús. Hermanos. la gloria máxima de la profecía dada por el profeta todavía está por cumplirse, mientras llega ese día maravilloso, seamos una luz para las naciones. Recorramos todos los rincones de la tierra, liberando a todos los que se encuentran en la cautividad del pecado por medio del evangelio de nuestro amado Señor.