UN VERDADERO SIERVO

UN VERDADERO SIERVO.

ISAÍAS 50:4 El SEÑOR Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría, para que yo sepa consolar a los fatigados. Mañana tras mañana me despierta y me abre el entendimiento a su voluntad. 5 El SEÑOR Soberano me habló, y yo lo escuché; no me he rebelado, ni me he alejado. 6 Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban y las mejillas a quienes me tiraban de la barba; no escondí el rostro de las burlas y los escupitajos. 7 Debido a que el SEÑOR Soberano me ayuda, no seré avergonzado. Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra, decidido a hacer su voluntad. Y sé que no pasaré vergüenza. NTV.

Con el pasar de los tiempos, la perspectiva del servicio al eterno Creador ha cambiado, esto se comprueba dando un breve vistazo a la vida de los siervos del Antiguo y Nuevo Testamento. En este breve vistazo también se puede incluir la vida de los siervos de la iglesia primitiva y los primeros reformadores. Cada uno de estos siervos de Dios comparten muchas cosas en común, siendo las más relevantes que para ejercer el ministerio tuvieron que sufrir, incluso muchos tuvieron que entregar sus propias vidas a causa de la palabra de Dios. A estos hombres no les importó pasar penurias, como hambre, sed, frío, calor y diferentes necesidades. Ellos tenían un objetivo claro y conciso, el objetivo de llevar el mensaje de Dios de manera íntegra, sin ninguna clase de tergiversaciones o conveniencias. En la actualidad, se puede observar en un gran número de personas que dicen ser siervos de Dios, que no están dispuestos a llevar una vida similar a la vida de los siervos que les precedieron, no están dispuestos a pasar penurias, escasez o necesidades, más bien están enfocados en buscar su propio confort. No les importa que si para eso tienen que tergiversar la palabra de Dios y acomodarla para cumplir sus ambiciones.

Una clara muestra de un verdadero siervo de Dios, es la vida que llevó el profeta Isaías. El profeta para cumplir el llamado de Dios, tuvo que sufrir al igual que los profetas que le precedieron. Él fue calumniado, golpeado en la espalda y la mejilla, incluso no escondió el rostro de las burlas y los escupitajos de sus propios compatriotas. El profeta aguantó esto y mucho más por obedecer la voluntad de su amado Creador, pero no en sus propias fuerzas, sino en las fuerzas del Soberano Señor, Quien le ayudó en todo momento para que no sea avergonzado antes sus contradictores. El profeta estuvo más que decidido a cumplir siempre la voluntad de Dios, porque tenía la seguridad de que junto a Él, jamás pasaría vergüenza. Esta es la seguridad que tiene que tener el verdadero siervo de Dios para cumplir su llamado hasta el final.

Estas palabras dadas por el profeta Isaías, por lo general son aplicadas perfectamente a la vida de Cristo Jesús, ya que durante su vida terrenal cumplió a cabalidad con esta profecía, pues Jesucristo llevó una vida perfecta de un verdadero siervo al servicio de Dios. El Señor habló sabiamente a los impíos, actuó espontáneamente al oír la voz divina de su Padre. Además, pese a ser el Unigénito Hijo de Dios pasó muchas necesidades y sufrió silenciosamente los ataques inmerecidos de los hombres perversos y pecadores. Esta es una lección de vida que rara vez anhelan aprender aquellos que quieren ser siervos del Eterno Creador. El estilo de vida ejemplarizada por el siervo de Dios, difícilmente el hombre lo puede cumplir a cabalidad si no cuenta con la gracia divina de Cristo Jesús.

Queridos hermanos. El verdadero siervo, pese a las dificultades y necesidades que pueda tener en su ministerio, no se alejará ni se revelará contra su Señor, más bien cumplirá a cabalidad el encargo recibido. Consolará y animará de parte de Dios a los afligidos con palabras sabias, porque él mismo escucha cada mañana la voz de su Señor, ya que tiene sus oídos sensibles para escuchar los suaves murmullos de Su mensaje.

Hermanos. El verdadero siervo de Dios, no pone en primer plano su confort, más bien pone en primer plano su llamado y trata de cumplirlo de manera eficaz, sin importar que si para cumplirlos tiene que pasar sufrimientos y necesidades. Si hemos sido llamados por el Señor, seamos unos verdaderos siervos, no busquemos lo terrenal, más bien busquemos lo de arriba, y cumplamos a cabalidad la encomienda recibida. Llevemos el mensaje de la buenas nuevas y consolemos a las personas que viven afligidas a causa de sus pecados. Si cumplimos bien nuestro llamado jamás seremos avergonzados porque siempre tendremos la ayuda de nuestro Señor.