SOMOS HIJOS DE LUZ

SOMOS HIJOS DE LUZ.

En la oscuridad de la noche las personas sacan a relucir sus pasiones más íntimas y desenfrenadas albergadas en sus corazones, dan rienda suelta a los deseos más perversos de su naturaleza carnal cometiendo toda clase de pecados, provocando de esa manera, la ira del eterno Creador. Algunas personas a pesar de haber aceptado a Cristo con sus labios, siguen viviendo en la oscuridad de la noche, en las mismas prácticas que las personas inconversas, sin ninguna clase de temor por Jehová. A los seudo cristianos que siguen viviendo llevados por los placeres del mundo, el apóstol Pablo les exhorta: “Ya que nosotros pertenecemos al día, vivamos con decencia a la vista de todos. No participen en la oscuridad de las fiestas desenfrenadas y las borracheras, ni vivan en promiscuidad sexual e inmoralidad, ni se metan en peleas, ni tengan envidia.” Romanos 13:13 NTV.

Las personas que aceptan a Cristo en su corazón, ya no pertenecen a la oscuridad de la noche, porque el Señor con su sacrificio los sacó, y los traspasó a la luz del día, por eso, el cristiano ya no tiene que vivir en las prácticas de la oscuridad, tienen que vivir a la luz de Cristo. Una de las evidencias fehacientes de que realmente una persona ha sido transformada por Cristo, es su comportamiento en la sociedad, ya que los cambios operados en su ser interior, por obra del Espíritu Santo, se manifiestan en su revisión de la escala de valores. Porque una persona transformada, cuidará su comportamiento y testimonio ante los demás, y no dará espectáculos bochornosos como lo hacían antes de conocer a Cristo. Al inconverso, no le importa que los demás los vean haciendo el ridículo a causa del alcohol, las drogas, o algún otro estupefaciente. Ni tampoco le importará que le vean riñendo o discutiendo en la calle, y menos aún, en la práctica de la inmoralidad sexual. El cristiano es llamado a dejar todo eso atrás, y vivir con decencia a la vista de todos.

Los inconversos escogen la oscuridad de la noche para dar riendas sueltas a sus pasiones desenfrenadas, pero nuestra noche ha pasado, porque un día fuimos rescatados por Cristo de esa oscuridad, y ya no pertenecemos a esas tinieblas, ahora pertenecemos a la luz, somos hijos de Dios. Apartémonos de las fiestas desenfrenadas, borracheras, orgías, promiscuidad sexual, inmoralidad, mentiras, pleitos, envidias y cosas semejantes que no provienen del fruto del Espíritu Santo. Más bien, empecemos a vivir como hijos de luz, evitando a toda costa las obras de las tinieblas, y practicando solamente lo que le agrada a nuestro amado Padre Celestial.