LAS PALABRAS DEL JUSTO.
PROVERBIOS 10:11 Las palabras de los justos son como una fuente que da vida; las palabras de los perversos encubren intenciones violentas. 20 Las palabras del justo son como la plata refinada; el corazón del necio no vale nada. 21 Las palabras del justo animan a muchos, pero a los necios los destruye su falta de sentido común. 31 La boca del justo da sabios consejos, pero la lengua engañosa será cortada. 32 Los labios del justo hablan palabras provechosas, pero la boca de los malvados habla perversidad. NTV.
En las palabras que pronunciamos con nuestros labios, se puede identificar a qué grupo de personas pertenecemos, si pertenecemos al grupo de los sabios o al grupo de los necios e insensatos. Muchas veces llegamos a pensar que pertenecemos al grupo de los sabios, pero nuestras palabras casi siempre no reflejan que lo seamos, pues frecuentemente estamos pronunciando palabras que no son propias de personas sabias, sino de personas necias, pues los sabios, tienen dominio de sus palabras y no pronuncian palabras ociosas, huecas, bacias y carentes de edificación para las personas de su entorno.
El justo o persona sabia, es comedido en sus palabras y, antes de pronunciarlas, piensa muy bien lo que va a decir para no ser esclavo de sus palabras. Pues las palabras pronunciadas sin pensar, pueden llevar a la persona a la condenación eterna. El justo permanece en silencio, mientras piensa minuciosamente que palabras pronunciar para esa situación en particular. Pero el necio, no toma tiempo para pensar o meditar en lo que va decir, se deja llevar por el impulso del momento y pronuncia lo primero que se le viene a la mente. Al necio no le importa si sus palabras le pueden llevar a la condenación eterna.
Las palabras del sabio son comparadas a los más preciosos metales como la plata, por el bien que hacen sus palabras a los demás, instruyéndolos en el camino de una vida feliz. Las palabras del sabio son una fuente que da vida, que refresca y animan a los quebrantados y oprimidos, dándoles sabios consejos para edificarlos y así sigan en los caminos correctos trazados por el eterno Creador. Además, la boca de los justos pronuncia críticas constructivas con las intenciones de mejorar a las personas. Porque su anhelo es que las personas de su entorno crezcan y sean mejores cada día en sus relaciones con los demás. Las palabras de los justos nunca serán con las intenciones de destruir sino con las intenciones de siempre edificarlas.
En contraste a las palabras de los justos, las palabras de los necios no tienen ningún valor, debido a que los pensamientos que abrigan en sus corazones son de maldad y destrucción, por eso, sus palabras no valen para nada positivo, y lo mismo ocurre con la conversación que brota de sus labios, porque sus palabras son ociosas, huecas, vacías y carentes de sentido común, debido a que está ausente de ellos la sabiduría, y como la necedad es en los Proverbios un defecto moral que se confunde con la impiedad, el necio se hace a sí mismo un mal moral y físico, que es el castigo de no seguir los dictámenes que cíe la sabiduría.
Queridos hermanos. ¿Somos justos o necios? Cada una de nuestras palabras reflejaran a que grupo de personas pertenecemos. Si somos justos, nuestras palabras serán como una fuente de la cual brota sabios y maravillosos consejos, palabras provechosas de aliento e edificación a los que están a nuestro alrededor. Si nuestras palabras no tienen estas virtudes, será porque pertenecemos al grupo de los necios. Hermanos. Si nuestras palabras no tienen las virtudes descritas por el sabio Salomón, es momento de que cambiemos. Busquemos de todo corazón a Dios, Él es Él único que nos puede ayudar a dejar la necedad, y dirigirnos bajo la dirección del Espíritu Santo, para que nuestras palabras sean de bendición y edificación de las personas que están a nuestro alrededor. Nuestro anhelo debe ser que nuestras palabras alimenten el pensamiento y que lleven a otros a los pies de Cristo Jesús.