ESPERE LA DIRECCIÓN DE DIOS

ESPERE LA DIRECCIÓN DE DIOS

SALMOS 127:1 Si el SEÑOR no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el SEÑOR no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. NTV.

Construir una casa, una vivienda estable y segura para la familia, es el anhelo de las parejas que inician una vida familiar. Para construir esta morada familiar, existen dos formas muy establecidas dentro de una familia cristiana. La forma más recurrente empleada por las parejas, es la planificación de la construcción de su casa, basándose únicamente en los conocimientos adquiridos a través de la experiencia o los estudios realizados, así como por sus talentos y recursos financieros cosechados, y luego pedir a Dios que bendiga la casa ya terminada de construir. ¡En esta primera forma!. El eterno Creador es sacado de la ecuación del proyecto de construcción y llega a ser más que un simple proyecto impulsado por los esfuerzos humanos, sin alguna dependencia de Dios

Y la forma menos recurrente de construir una casa para la familia, es aquella en que la pareja espera hasta que el eterno Creador haya dado su dirección inconfundible y clara, luego ir adelante con la construcción de la casa pero siempre dependiendo de la ayuda Divina. En esta forma, las parejas ponen su entera confianza en Dios para construir su casa, esperan que Dios obre maravillosamente y dirija cada aspecto de la construcción hasta su conclusión, y luego siguen confiando en Dios para que siga derramando de sus bendiciones en su nueva morada familiar. El empleo de una de estas formas de construir una morada familiar, dependerá de la relación que tenga la pareja con su Creador.

El salmista afirma que si el SEÑOR no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. El concepto del salmista, no solo se aplica a la construcción de una casa, sino a todos los aspectos que se relacionen con la construcción, edificación, estudios, emprendimiento de programas y proyectos e incluso el servicio a Dios. Él hombre podrá construir una casa o una mansión inmensa para su familia, podrá edificar grandes imperios organizacionales de carácter secular o cristiano; podrá acumular estadísticas que demuestran resultados fenomenales; pero si estos proyectos no son vides plantadas por el Señor, no sirven de nada. Todo lo que el hombre anhele emprender debe estar bajo la voluntad y dirección de Dios para que traiga bendición para su vida.

En la segunda ilustración el salmista afirma que si el SEÑOR no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Esto no significa que no debemos tener un cuerpo de policía u otras agencias de protección civil. Significa que en la última instancia de la seguridad humana depende del Señor, y si el hombre no está dependiendo de Él, las precauciones habituales que pueda tomar, no serán suficientes para guardarlos del peligro. Ninguna actividad humana puede prosperar sin la bendición de Dios, pero en los asuntos terrenales son necesarios los esfuerzos humanos. Los edificadores están para edificar, los vigilantes para vigilar, los trabajadores para trabajar, los agricultores para cultivar. Todos están para poner su mejor esfuerzo en lo que hacen, pero sin sacar a Dios de la ecuación. Dios debe estar en la dirección de cada actividad que el hombre anhele emprender.

Queridos hermanos, las palabras del salmista son una advertencia importante para los que quieren construir, o edificar imperios financieros o casas lujosas, pero también para los cristianos que tratan de construir grandes obras de Dios sin ser guiados por Dios y sin ser llenos del Espíritu Santo. Los resultados del esfuerzo humano siempre tendrán resultados limitados, pero lo que se hace por Dios y en el poder de él tendrá abundante fruto de valor eterno. Hermanos, a menos que nuestra actividad sea ordenada y dirigida por el Señor, es una pérdida de tiempo y energía. Podemos lanzarnos en los proyectos que son nuestros propios inventos, aun en el servicio cristiano, pero si no está dirigido por el Señor, todos los esfuerzos que hagamos ser en balde. Por eso antes de emprender algún proyecto, sea secular o ministerial, debemos esperar la dirección de Dios y luego seguir cada una de sus instrucciones.