INSTRUIR EN EL CONOCIMIENTO DE DIOS

Tras la muerte de Asa, su hijo Josafat le sucedió en el trono de el reino del sur. El nuevo monarca, en los primeros años de su gobierno, fortifico las ciudades fronterizas de su reino para resguardar a su pueblo de futuros ataques de los reinos vecinos. En su reinado Josafat no solo se preocupó de fortificar su reino, sino también de fortificar su comunión con el eterno Creador, por eso el monarca siguió el ejemplo de los primeros años de reinado de su padre, Buscó a su Creador de todo corazón y obedeció las leyes, mandatos y decretos que Dios había establecido para su pueblo por medio de su siervo Moisés.

Josafat al estar en perfecta comunión con su Creador, anheló que su reino también lo estuviese, por eso quito de su reino toda contaminación idolátrica que en el pasado había ocasionado graves daños a la espiritualidad de su pueblo. El monarca se comprometió profundamente con los caminos del SEÑOR y quitó de todo Judá los santuarios paganos y los postes dedicados a la diosa Asera, para que el pueblo no caiga nuevamente en la tentación de rendir cultos a los dioses paganos al igual que sus compatriotas del reino del norte.

El monarca no estaba satisfecho sólo con fortificar su reino contra los enemigos externos; también estaba empecinado en fortalecerse interiormente, fortalecer la comunión de su pueblo con su creador, por eso en el tercer año de su reinado, conformo una delegación para instruir a su pueblo en las sagradas escrituras.  En el pasado, David había enseñado a Israel a alabar al Señor con palabras inspiradas que se acompañaban con música. Salomón dio un maravilloso ejemplo de oración a su pueblo en el día de la dedicación del Templo, pero Josafat iría más allá, al organizar una delegación compuesta por sus propios funcionarios, levitas y sacerdotes especialmente escogidos, y enviarlos a todas las ciudades de Judá para que enseñaran al pueblo la obediencia de las leyes, mandamientos y decretos del eterno Creador.

El Libro de Ley del Señor, la Tora, o los primeros cinco libros de Moisés, era la Biblia en los tiempos de Josafat. Estos libros contenían la constitución dictada por el eterno Creador para su pueblo, además era el código legal civil y criminal, era el manual de adoración que Judá y el pueblo hebreo debía llevar en su mente, y ponerlos en práctica para mantener una estrecha comunión con su SEÑOR. La biblia fue, es y será el manual de vida para los hijos de Dios. Solo el cumplimiento de ella, libera al hombre de toda condenación terrenal y espiritual.

Queridos hermanos, Josafat revirtió la decadencia religiosa que ocurrió al final del reinado de su padre, al buscár primero él, de todo corazón a su Creador y luego, eliminar toda contaminación religiosa de su reino, e instruir a su pueblo en el conocimiento de las sagradas escrituras. Las iglesias y las escuelas de hoy necesitan sólidos programas de educación cristiana que inculque desde temprana edad en el conocimiento de la voluntad de Dios y su obediencia. Hermanos, Para llevar una vida de acuerdo con los propósitos de Dios, es esencial que tengamos una buena enseñanza bíblica en nuestras congregaciones a través de la Escuela Dominical, los estudios bíblicos y los devocionales personales y familiares. Recordemos, sólo la Palabra de Dios tiene el poder para derrumbar los ídolos de los lugares altos que hay en nuestro corazón.