JUECES 1

03/30/2021

NO HAY FAVORITISMOS.

1 Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al SEÑOR: ¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a los cananeos? 2 El SEÑOR contestó: Judá, porque yo le he dado la victoria sobre la tierra. 4 Cuando los hombres de Judá atacaron, el SEÑOR les dio la victoria sobre los cananeos y los ferezeos… 5 Mientras estaban en Bezec, se toparon con el rey Adoni-bezec y lucharon contra él, … 6 … y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies. 19 … ellos tomaron posesión de la zona montañosa; pero no lograron expulsar a los habitantes de las llanuras, quienes tenían carros de combate hechos de hierro. NTV.

Después de la muerte de Josué, los líderes de las tribus de Israel preguntaron al eterno Creador, quien de ellos debía ser el primero en ir en contra de los cananeos para tomar posesión de las tierras que Josué les había asignado. Ante esta pregunta, La tribu de Judá recibió la primera instrucción de ir hacia adelante y luchar en contra de los cananeos y expulsarlos de esas tierras para que tomen posesión.

Dios prometió que estaría con Judá en cada una de las batallas para darle la victoria sobre esos pueblos. A pesar de que Dios prometió darles la victoria sobre los pueblos cananeos, Judá buscó la ayuda de la tribu de Simeón, ya que la herencia de Simeón estaba dentro de los límites de Judá. Al solicitar esa ayuda extra, Judá mostró su falta de fe para depender completamente de la Palabra de Dios. Al igual que Judá, algunos cristianos ante las adversidades, dudan de las palabras del eterno Creador. Acuden en busca de ayuda en lugares donde se practica el ocultismo y toda clase de hechicerías, pensando erróneamente de que ellos les pueden ayudar mas que el eterno Creador.

Juntas, las dos tribus hermanas, avanzaron para combatir en contra de los cananeos y con el favor de Dios, obtuvo su primera victoria sobre los habitantes de Bezec. Después de herir a diez mil hombres, capturaron al rey de la ciudad, le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. El cortar los dedos a los enemigos, no fue el mandamiento que habían recibido de parte del Señor, pues las órdenes de guerra era aniquilarlos por completo. Al dejarle manco al rey, Israel no obedeció las órdenes del Creador. Esta desobediencia les costaría caro a los judíos en días futuros.

En la actualidad para muchos, las órdenes de aniquilar a los pueblos cananeos parecen crueles, los israelitas estaban bajo la orden de Dios para ejecutar juicio sobre estos pueblos paganos que vivían en esa tierra. Setecientos años antes de que el pueblo hebreo entrara a la tierra prometida, Dios había dicho a Abraham que cuando los israelitas entraran a tomar posesión de esas tierras, la enorme maldad de los pueblos nativos estaría lista para ser juzgada. El tiempo de juicio había llegado para los pueblos cananeas tras la llegada de Israel a tomar posesión de esas tierras.

Las victorias de Judá no fueron completas, ya que los que habitaban en los llanos tenían carros herrados, y los de Judá no tuvieron la fe para lanzar el ataque contra ellos. Los carros cananeos tirados por caballos estaban entre las armas más sofisticadas de esos días. Los soldados israelitas que peleaban a pie eran absolutamente impotentes cuando un veloz carro de hierro los embestía. Pero los carros no hubiesen sido un obstáculo para que Judá obtuviera la victoria si hubiera tenido presente la promesa que hizo Dios de que la tierra era suya para que la conquistara, pero se olvidó de ella y fracasó en su lucha.

Queridos hermanos, Dios al utilizar a los hebreos como ejecutores de sus juicios en contra los pueblos paganos, no estaba ejerciendo favoritismo con los israelitas, ya que finalmente ellos también serían severamente castigados por llegar a ser tan malos como los pueblos a los que se les ordenó exterminar de esas tierras. Hermanos, Dios no es parcial, ni tiene favoritismos, todas las personas pueden recibir el perdón gratuito de Dios, si se arrepienten y se apartan de los pecados, caso contrario Él ejecutara su firme justicia sobre todos aquellos que reusan abandonar sus vidas de pecado.