ORAR LOS UNOS POR LOS OTROS
ORAR LOS UNOS POR LOS OTROS
Efesios 6:18. Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes. 19 Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles por igual. 20 Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo. NTV.
Cumplir con el llamado de proclamar las Buenas Nuevas de salvación y vida eterna al mundo perdido y pecador, no es una tarea fácil como algunos creyentes lo piensan. Pues en el cumplimiento de esta tarea, se puede presentar un sinfín de obstáculos que dificultarán el normal desempeño de los siervos de Dios. Obstáculos como: La negativa de los hombres a escuchar el evangelio de la cruz. Las restricciones en algunos países a la libertad de culto. Las presiones y persecuciones de los hombres inconversos. La falta de recursos económicos para dedicarse de lleno al llamado evangelístico, y muchas otras situaciones adversas que dificultan el cumplimiento de esta encomienda dada por el Señor de los ejércitos celestiales. Estas situaciones adversas, pueden llegar a desgastar física y mentalmente a los siervos de Dios, causarles desánimo de seguir adelante con esta labor ministerial. Incluso puede llevarlos a que claudiquen definitivamente al llamado que Dios les hizo.
Ante estas posibles dificultades que se les pueden presentar a los siervos de Dios en el cumplimiento de su llamado, el cuerpo de Cristo siempre debe estar orando por ellos, para que no flaqueen ante las dificultades, sino que tengan el poder de Dios para vencer las adversidades, y seguir adelante proclamando las Buenas Nuevas de salvación y vida eterna. Esta instrucción de orar por los siervos de Dios, lo dio el apóstol Pablo a los creyentes de Éfeso. Estas mismas instrucciones del apóstol, son aplicables a todas las iglesias cristianas del mundo. Es deber de los creyentes orar por los que comparten el evangelio de Jesucristo, así como por todos los siervos de Dios, y por todos los que conforman el cuerpo de Cristo.
Mantenerse en oración constante los unos por los otros, resulta difícil para un gran número de creyentes, porque no han cultivado este hábito en su vida cristiana. La falta de este hábito no es un justificativo para no orar por sus hermanos de la fe. Para cultivar el hábito de la oración en su vida, el creyente puede iniciar con oraciones cortas o breves que reflejen su agradecimiento a Dios, o su necesidad. Otra forma de hacerlo es ordenar su vida alrededor de los deseos de Dios y de sus enseñanzas, al grado que toda su vida viene a ser una oración. No es necesario que los creyentes se aíslen de otras personas ni de las actividades diarias para orar con persistencia a Dios. Puede convertir la oración en su vida y su vida en oración mientras vive en un mundo que necesita la influencia poderosa de Dios.
La oración es el medio de comunicación del creyente con su alto comandante, Dios. Por eso, por medio de la oración, le puede comunicar sus necesidades, así como sus problemas y aflicciones. También por medio de la oración, puede comunicar a Dios su agradecimiento por las bendiciones recibidas, o por las respuestas a sus oraciones. Además, por medio de la oración puede exaltar y glorificar el santo nombre de Dios. La oración del creyente debe ser hecha en Espíritu, ya que solo el Espíritu le puede dirigir para que su oración esté en conformidad a la voluntad de Dios, y así, pueda recibir su respuesta.
Queridos hermanos. Es nuestro deber orar los unos por los otros, pues formamos parte de un solo cuerpo. Por eso si estamos cubiertos en oración los unos por los otros, no claudicaremos fácilmente ante las adversidades que lleguen a nuestras vidas, sino que tendremos la fortaleza del Señor para vencer las adversidades. Nuestras oraciones deben se hechas bajo la guía y la dirección del Espíritu Santo, ya que solo así, tendremos la seguridad de que nuestras oraciones serán escuchadas por nuestro amado Padre Celestial. Hermanos. Posiblemente nosotros no tengamos el don para compartir el evangelio de Cristo, pero eso no implica que nos quedemos con los brazos cruzados. Nosotros podemos cubrir en oración a los hermanos que están cumpliendo la gran comisión, para que ellos tengan la sabiduría necesaria y el poder para llevar el evangelio a todas las naciones del mundo.