NADIE NOS PUEDE CONDENAR
NADIE NOS PUEDE CONDENAR
Toda persona, aunque lo niegue o no lo quiera aceptar es pecadora, y por ende está bajo condenación. Esta condenación definitiva se dará en el final de los tiempos, cuando Dios se siente en su santo trono celestial para juzgar a todas las naciones del mundo. De este terrible juicio solo se salvarán los que hayan aceptado en su corazón, el sacrificio realizado por el Unigénito hijo de Dios en la cruz del calvario, ya que a los redimidos por la sangre de Jesucristo, nadie los podrá condenar, ya que todos sus pecados pasados, presentes y futuros, fueron justificados con la muerte sacrificial de Cristo Jesús en el madero. Este hecho maravilloso y reconfortante para los hijos de Dios, nos lo afirma el apóstol Pablo: “Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros.” Romanos 8:34 NTV.
Es un hecho maravilloso que nadie puede condenar a los hijos de Dios, ya que gracias a la muerte de Su amado Hijo Jesucristo en el madero, Dios los absuelve de toda culpa y perdona absolutamente todos sus pecados. Tras la regeneración, la vida del creyente se vuelve como si nunca hubiese pecado, razón por la cual no puede ser condenado por nadie. Aunque nadie puede condenar a los hijos de Dios, su enemigo, Satanás, se levanta para tratar de acusarlos y llevarlos a la condenación eterna. Cuando esto sucede en el reino de los cielos, Jesucristo que está a la diestra de Dios Padre, se levanta como el abogado de todos los redimidos por Su preciosa Sangre para defenderlos y absolverlos de todos los cargos imputados por el maligno. Si Jesús, como un buen abogado siempre intercede por sus redimidos, entonces no hay nadie más que pueda tener ninguna razón válida para condenarlos.
Jesucristo derramó hasta la última gota de su preciosa sangre en la cruz del calvario para que la humanidad pecadora pueda escaparse de la condenación eterna. Los que aceptan este precioso sacrificio, no serán condenados, ya que Jesucristo ya pagó con su vida por esa condenación. Ahora los creyentes son totalmente libres de toda condenación futura. Pero los que no acepten el sacrificio de Jesucristo, siguen bajo la condenación de sus pecados, pese a que Jesucristo murió para rescatarlos. La fe en la muerte y resurrección del Unigénito Hijo de Dios, es la única manera de que el pecador puede liberarse de la condenación eterna, ya que la muerte de Jesucristo actuará en su favor, borrando absolutamente todos sus pecados y absolviéndolo de toda condenación futura. Al que acepta a Jesucristo como su Señor y Salvador, nadie lo podrá condenar, ya que Él personalmente intercederá delante de Dios Padre, y los absolverá de toda culpa.