OBEDIENCIA Y SUFRIMIENTO

OBEDIENCIA Y SUFRIMIENTO

El sufrimiento es algo que a ninguno de nosotros nos gusta experimentar, y menos aún si ese sufrimiento proviene a causa de nuestra fe en el Hijo de Dios. Aunque no nos agrade, el sufrimiento es justo y necesario, ya que nos ayuda a ser fuertes para afrontar todas las situaciones adversas que pueden llegar a lo largo de nuestras vidas. El sufrimiento no solo es necesario para nuestra vida física, sino también para nuestra vida espiritual, ya que al experimentar el sufrimiento, nuestra fe en Cristo Jesús se fortalece, nos acerca más a Él y a permanecer en completa dependencia de nuestro Señor. El sufrimiento, no es algo que solo nosotros lo experimentamos, o lo experimentaremos, ya que en el pasado, nuestro Señor lo atravesó en su carne cuando habitó entre los hombres, y esto lo hizo para demostrar su total obediencia y sumisión a la voluntad de su Padre. Esta acción de obediencia de nuestro Señor, nos lo da a conocer el escritor de la epístola a los Hebreos: “Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios. Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en el salvador que da vida eterna a todos los que lo obedecen. Hebreos 5:8-9. TLA.

Jesús, pese a la divinidad que compartía con su Padre en el reino de los cielos, en completa obediencia y sumisión vino a este mundo a experimentar el sufrimiento por su inmenso amor a la humanidad. Un sufrimiento que era la consecuencia del pecado, pero no un pecado que haya sido cometido por Él, sino por el pecado cometido por la humanidad. Jesucristo se sacrificó voluntariamente para padecer el sufrimiento como sustituto por los pecados de la humanidad. Gracias a este sacrificio perfecto, Jesús se convirtió en su Salvador. Pero no solo lo salvó de la condenación, sino que también le dio la posibilidad de que viva eternamente en el reino de los cielos. Pese al sacrificio perfecto, la salvación del hombre, solo se hace evidente en la obediencia a Cristo, desde la obediencia inicial al mandato del evangelio para arrepentirse de los pecados y entregar su vida a Cristo, hasta toda una vida de obediencia a la Palabra de Dios.

Jesucristo por medio de su obediencia a la voluntad de su Padre, y su sufrimiento en la cruz del calvario, se convirtió en nuestro Salvador y Redentor. Gracias a la obediencia y sufrimiento de Cristo, la salvación y la vida eterna está disponible para todos nosotros. Lo único que debemos hacer, es aceptar el evangelio de Cristo Jesús, arrepentirnos de nuestros pecados y entregar nuestras vidas a Él. Y si ya hemos alcanzado la salvación, debemos permanecer en el evangelio que hemos recibido, hasta el último día de nuestras vidas.