VERDADERA HUMILDAD

VERDADERA HUMILDAD

Cuando se genera una disputa entre amigos, familiares o con personas desconocidas, a nadie le gusta dar su brazo a torcer, siempre desean salir airosos de esa disputa, y no les importa si para lograrlo, tienen que inventar alguna clase de calumnia. Esta clase de comportamiento no es adecuado, y menos aún para las personas que han aceptado a Cristo Jesús en su corazón, ya que al enfrascarse en una disputa, reflejan su vieja naturaleza, y no la nueva naturaleza que han adquirido en Jesucristo, además dan un mal testimonio entre las personas inconversas. Para que no exista un mal comportamiento del creyente, el apóstol Pablo hace esta exhortación: “No deben calumniar a nadie y tienen que evitar pleitos. En cambio, deben ser amables y mostrar verdadera humildad en el trato con todos.” Tito 3:2. NTV.

El creyente debe evitar enfrascarse en pleitos que no tienen sentido o que no le llevarán a ningún lugar, ya que al ser atrapados en uno de ellos, por el calor del pleito, puede perder el dominio de sus palabras y de sus acciones, y puede terminar hiriendo profundamente a su prójimo. Para que no corran el peligro de herir a alguien, es mejor que los creyentes eviten los pleitos y también las calumnias. Con esta clase de comportamiento, no solo evitarán herir a alguien sino también demostrarán a los busca pleitos que no están a la misma altura. Frente a estas situaciones los creyentes deben mostrarse siempre amables y humildes en su trato con los que le rodean, pese a que ellos muestren un comportamiento irrespetuoso y agresivo. Un comportamiento similar al que tuvo Cristo Jesús cuando estuvo en este mundo. Él era gentil en Su forma de actuar, pacífico y conciliador en todo tiempo.

Nuestro comportamiento como seguidores de Cristo debe llamar la atención no por lo malo, sino por lo diferente que es al comportamiento de la mayoría de personas. Un creyente no se enfrasca en pleitos absurdos, ni que habla mal de otros, sino que es amable y cortés con todos, que antepone los intereses de los otros antes que el suyo propio, que sirve a otros antes que a sí mismo, que aprovecha las oportunidades que se le presentan de ayudar a los necesitados, y que expresa con prontitud agradecimiento por las bondades recibidas. Posiblemente para la mayoría de nosotros parezca difícil tener esta clase de comportamiento, pero aunque parezca difícil, lo debemos de tratar, porque este comportamiento es el que demanda nuestro Señor de todos sus siervos. Él desea que seamos un fiel reflejo de su vida ante las personas que todavía no le conocen, para que por medio de nuestro testimonio, ellos lleguen a su presencia para entregarle sus vidas y aceptarle como su Señor y Salvador.