NO HAGAMOS JURAMENTOS

NO HAGAMOS JURAMENTOS

Cada día que pasa, las promesas que hacen los hombres se van devaluando cada vez más, debido a que los hombres no saben honrarlas. Por eso ante la incredulidad a sus palabras o promesas, las personas optan por hacer juramentos, y no simples juramentos, sino que los hacen en nombre de alguna persona muy importante para ellos, como lo son: sus padres, sus cónyugues, sus hijos o amigos íntimos, etc. Incluso algunas personas para que sus promesas parezcan más reales todavía, optan por jurar en el nombre de Dios. A los creyentes que puedan incurrir en esta clase de prácticas, el apóstol Santiago les da esta advertencia: Sobre todo, queridos hermanos, no juren ni por el cielo ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cumplan más bien con su palabra. Cuando digan sí, que sea sí; y cuando digan no, que sea no. ¡No vaya a castigarlos Dios por no cumplir con su palabra! Santiago 5:12 TLA.

Los cristianos al igual que los incrédulos han incurrido en no cumplir sus promesas, haciendo así que sus palabras ya no tengan valor ante otros, razón por la cual han optado por hacer promesas bajo juramento, tratando de esta manera que sean un poco más creíbles. Pero Dios está en contra de esta práctica, pues la palabra de los hombres debe ser más que suficiente, y mucho más la palabra de sus hijos, ya que Dios no es un Ser que incumpla sus promesas, ni tiene necesidad de hacer algún juramento para cumplirlas. El apóstol Santiago advierte a los creyentes a que no hagan promesas bajo juramentos, ni por el cielo ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa creada por Dios, y mucho menos hacer juramento tomando el nombre de Dios. Pues todo aquel que haga un juramento sin las intenciones de cumplirlo, será severamente castigado por Dios.

Tal como Dios no tuvo necesidad de hacer juramentos para cumplir sus promesas, nosotros tampoco debemos hacerlo. Nuestras palabras deben ser más que suficientes para cumplir las promesas o responsabilidades adquiridas ante otros. Antes de aceptar hacer algo que nos piden que hagamos, debemos analizar muy bien si vamos a poder cumplir, si no vamos a poder hacerlo, debemos ser honestos y decirles con toda sinceridad que no vamos a poder, no que después de haber aceptado, no lo podamos cumplir. Haciendo así que nuestro testimonio quede manchado ante ellos como unos irresponsables, y no solo nuestro testimonio, sino también el testimonio de nuestro Señor. Por eso, nuestro sí, debe ser sí, y nuestro no, debe ser no, nunca debemos ser de doble ánimo.