NUESTRA MORADA ETERNA ES REAL

NUESTRA MORADA ETERNA ES REAL

Tener una casa propia para vivir tranquilamente, es uno de los anhelos que tienen todas las familias que viven bajo un arriendo. Ya que, en una casa que se arrienda, los dueños en cualquier momento pueden pedir a los inquilinos que la desalojen para arrendar a otras familias a un valor superior, pero en una casa propia, la familia puede tener la seguridad de que nadie les va a poder echar fuera de ella. Tal vez alguno de nosotros que en el presente estemos viviendo bajo un arriendo, no lleguemos a tener una casa propia en este mundo, pero sí podemos tener la seguridad de que vamos a tener una casa en el reino de los cielos, una casa de la cual nadie nos va a poder echar. Jesucristo afirmó esto a sus discípulos y por ende a nosotros también, que hay un lugar en la morada de Su Padre en el cielo: “En la casa de mi Padre hay lugar para todos. Si no fuera cierto, no les habría dicho que voy allá a prepararles un lugar.” Juan 14:2 TLA.

Cristo Jesús a través de estas palabras, asegura a todos sus seguidores que la vida después de la muerte física es real y verdadera. Que hay una eternidad aguardando en el reino de los cielos a todos los redimidos por medio de Su sangre, la cual fue derramada en la cruz del calvario. Jesucristo tras su muerte y resurrección, se adelantó a ese lugar maravilloso para preparar una morada especial para todos aquellos que le acepten como su Señor y Salvador. En este lugar maravilloso, Dios mismo resplandecerá e iluminará todo el lugar eternamente. En la morada celestial no habrá cabida para el sufrimiento, el dolor, el llanto, la tristeza y las enfermedades, porque ahí, Cristo Jesús será consolador para siempre. Si en la morada de Su Padre no existiera lugar suficiente para todos los redimidos, el Señor lo hubiera dicho de antemano, porque Cristo no es hombre para mentir, y crear falsas expectativas a todos los que en Él creen.

Jesús afirmó a sus discípulos que hay suficiente lugar para todos en el Cielo. En conformidad a las palabras de Cristo, nosotros como redimidos por Su sangre, podemos tener la certeza de que nuestra morada en el cielo, está más que asegurada. Un día cuando Cristo Jesús nos llame, nos iremos a su presencia para disfrutar en la morada que Él nos preparó de antemano por su gran amor y misericordia. Y desde aquel día, disfrutaremos una eternidad en la presencia de nuestro amado Padre Celestial. Y todos sus hijos reunidos, lo honraremos y lo glorificaremos eternamente.