AMOR AL SEÑOR

AMOR AL SEÑOR

15 Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Sí, Señor contestó Pedro, tú sabes que te quiero. Entonces, alimenta a mis corderos le dijo Jesús. 16 Jesús repitió la pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Sí, Señor dijo Pedro, tú sabes que te quiero. Entonces, cuida de mis ovejas dijo Jesús. 17 Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: ¿Me quieres?. Le contestó: Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero. Jesús dijo: Entonces, alimenta a mis ovejas. NTV.

Cuando a los seguidores de Cristo les preguntan que, si aman a Jesucristo, ninguno de ellos se detiene a meditar y automáticamente responden que si lo aman, e incluso algunos añaden la frase de todo corazón. Una pregunta similar la realizó Jesucristo a Simón Pedro. El Señor le preguntó que si lo amaba, y al igual que la mayoría de los cristianos de la actualidad, Pedro apresuradamente y sin meditar contestó que sí lo amaba. Pero por la clase de amor por la que le preguntó el Señor, no correspondía a la clase de amor que tenía Pedro por su Maestro. Por eso la respuesta de Pedro no era te amo Señor, si no un te quiero Señor. Esta misma respuesta es la que dan la mayoría de creyentes cuando se les pregunta que si aman al Señor, ya que solo quieren o aprecian al Señor, pero amarlo, amarlo, no lo aman profundamente.

En una prueba anterior, el apóstol Pedro había fallado al Señor, ya que le había prometido que moriría junto a Él si fuera necesario, pero cuando llegó la hora de poder cumplir esa promesa, el apóstol públicamente negó conocer a Jesucristo en tres ocasiones. Pero desde entonces, se había arrepentido y había sido restaurado a la comunión con el Señor. Unos días tras haber aparecido a todos sus discípulos, el Señor no permaneció junto a ellos, pero nuevamente se les apareció cuando algunos de ellos estaban pescando. El Señor les ayudó a que su pesca fuera próspera y también les preparó el desayuno. Después de que ellos desayunaran, el Señor le preguntó a Pedro que si lo amaba más que los discípulos que estaban junto a él, Pedro si meditar mucho, le respondió, pero no con un te amo, sino con un te quiero Señor. Con esta respuesta, Pedro fue cauteloso, y no quiso cometer el mismo error que antes, pues la clase de amor por la que le preguntó su Maestro, él posiblemente no le podía corresponder. Pues el amor al Señor demanda una entrega total e incondicional. Ante la respuesta sincera de Pedro, el Señor le pidió que alimentara a sus ovejas.

El Señor le hizo la misma pregunta por segunda vez: ¿Pedro me amas? Y Pedro le respondió, ¡Señor! Tú sabes que te quiero. Con esta respuesta, Pedro le dio a entender al Señor que Él sabía que no podía amarlo como Él quería que lo ame, sino solamente quererlo o apreciarlo. Ante esta respuesta sincera, el Señor le pidió que cuidara de sus ovejas. El Señor le preguntó otra vez a Pedro, pero en esta ocasión ya no le preguntó que si lo amaba, sino que le preguntó: ¿Pedro me quieres? Esta nueva pregunta fue muy dolorosa para Pedro, ya que con esta pregunta, el Señor le dio a entender a Pedro, se que no puedes amarme con la devoción que quisiera que me ames, solo puedes quererme, entonces te pregunto, ¿Me quieres? Con profunda tristeza en su corazón y en su ser, Pedro le respondió: Señor, tú todo lo sabes y no hay nada oculto para ti dentro de mi corazón. Tú sabes que yo te quiero. Ante la respuesta de un corazón entristecido y quebrantado, el Señor le pidió que nuevamente que alimentara a sus ovejas. Con esta preguntas duras y fuertes, el Señor restauró definitivamente delante de los otros discípulos a Pedro, para que siguiera adelante con el ministerio que le estaba encomendando. La cual era de cuidar y alentar la grey de Dios.

Queridos hermanos. Al igual que Pedro, todos nosotros debemos ser honestos cuando alguien nos pregunta que si amamos a Dios. Pues si analizáramos nuestras vidas de relación con el Señor, nos daríamos cuenta que realmente no amamos al Señor, sino que solamente le queremos o le apreciamos. Pues amar al Señor implica una entrega total de nuestra vida y nuestro ser, para honrarlo y glorificarlo en todo momento y lugar. Así mismo, el amor al Señor implica nuestro servicio con los dones y talentos que hemos recibido sin ninguna clase de objeciones o excusas para no hacerlo. Hermanos. Luego de un breve análisis de lo que implica amar al Señor, cual sería nuestra próxima respuesta si alguien nos preguntara que si amamos al Señor. Si nuestra respuesta es que lo apreciamos o le queremos, debemos trabajar para que esa respuesta cambie, a un, amo al Señor, y la manera de hacerlo, es manteniendo una estrecha relación con Él, mediante la obediencia, la oración, el estudio de su palabra y el servicio en su cuerpo que es la iglesia.