ANTES DE QUE LA NOCHE LLEGUE

ANTES DE QUE LA NOCHE LLEGUE

JUAN 9:1 Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. 2 Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? le preguntaron sus discípulos . ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres? 3 No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres contestó Jesús, nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él. 4 Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió. Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar. 5 Pero, mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo. NTV.

Es un error creer que todas las enfermedades por las que pueden atravesar los hijos de Dios son consecuencias de sus pecados. Esta creencia errónea, la manifiestan algunos creyentes cuando ven que uno de los miembros de su congregación está atravesando por una enfermedad, con esta creencia errónea, lo juzgan y lo exhortan para que confiese su pecado a Dios, y así sea liberado de esa enfermedad. Los creyentes tienen que tener algo en claro antes de juzgar a sus hermanos de la fe, no todas las enfermedades que los hijos de Dios atraviesan son consecuencias de sus pecados. Algunas enfermedades son permitidas por Dios, para que por la fe de los creyentes en su Señor sean sanados, y así el Señor sea glorificado por todo lo alto. Esto lo recalcó Jesucristo cuando sus discípulos le preguntaron, que si la ceguera de un hombre que encontraron en su paso, era por culpa de sus pecados, o por los pecados de sus padres.

Una creencia común en la cultura judía era que la calamidad y el sufrimiento eran el resultado de algún gran pecado, por eso cuando los discípulos de Jesucristo se encontraron con un hombre ciego, pensaron que la ceguera del hombre era consecuencia de un pecado, pero no sabían quién había pecado, si el hombre o sus padres. Con esta duda preguntaron a su Maestro para que les aclarara de quien era la culpa. Pero para sorpresa de ellos, el Señor les dio a conocer que la enfermedad del hombre no era a causa de un pecado, sino que el había nacido ciego para que el Hijo de Dios pueda manifestar su poder sanador sobre la vida de este hombre, y así todas las personas puedan maravillarse del asombroso poder sanador de Dios.

Pareciera injusto que Dios permita que las enfermedades sobrevengan en la vida de los hombres, pero la realidad es que las enfermedades son consecuencias del pecado original. Cuando el pecado entró a este mundo también entraron todos los males, entre ellos las enfermedades. Pero cuando Dios creó este mundo, lo creó perfecto, pero el pecado distorsionó esa perfección, y las consecuencias de esa distorsión son las enfermedades que sobrevienen en las personas, incluso cuando las personas todavía no hayan pecado. Por el pecado original las personas nacen con enfermedades graves y discapacidades físicas, estas enfermedades pueden ser atendidas por Dios, y lo hace por medio de sus siervos. Dios por medio del Espíritu Santo, derrama dones de sanidad en sus siervos para que ellos puedan devolver la sanidad a los que padecen estas enfermedades, tal como lo hizo Jesucristo con el hombre ciego.

Jesús en su divino poder obró en favor del hombre ciego, de la misma manera todos sus seguidores deben obrar en favor de las personas enfermas con el poder que han recibido de Dios. No todos los hijos de Dios han recibido el don de sanidad, pero todos pueden interceder ante Dios, para que Él en su misericordia pueda actuar en favor de las personas enfermas. Esta tarea que Dios ha delegado a sus hijos, debe ser cumplida inmediatamente antes de que Dios los llame a su presencia, por eso deben aprovechar todas las oportunidades que se les presenten para que puedan manifestar el poder sanador de Dios, y así, Él sea glorificado por todos los hombres.

Queridos hermanos. Debemos tener en claro que no todas las enfermedades son consecuencias de los pecados. Con esto en claro, la próxima vez que nos enteremos de que uno de nuestros hermanos de la fe está enfermo, en vez de juzgarlo, debemos interceder fervientemente por ellos ante Dios. Orar para que Dios en su misericordia pueda devolver la sanidad a nuestro hermano, ya que esta es la tarea que Dios nos ha delegado. Hermanos. Así como Dios envió a Jesucristo por causa de nosotros, también nosotros debemos ir por causa de nuestro Señor. Debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo en servir a Dios y a nuestro prójimo, antes de que nuestra vida llegue a su ocaso, pues cuando la noche termine nuestros días en esta tierra, y entremos a la luz eterna de Jesús, ya no podremos llevar a cabo la obra que nos encomendó. Nuestro tiempo de servicio a Dios y a nuestro prójimo debe ser lo más valioso para nuestra vida como fieles siervos de Dios.