JESÚS RESUCITO Y AHORA VIVE

JESÚS RESUCITO Y AHORA VIVE

LUCAS 24:36 Y, justo mientras contaban la historia, de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos. La paz sea con ustedes les dijo. 37 Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma! 38 ¿Por qué están asustados? les preguntó . ¿Por qué tienen el corazón lleno de dudas? 39 Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo. 40 Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies. 41 Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro. Entonces les preguntó: ¿Tienen aquí algo para comer?. 42 Le dieron un pedazo de pescado asado, 43 y él lo comió mientras ellos miraban. NTV.

En los últimos tiempos, la mente de los seres humanos se ha ido desarrollando a pasos agigantados. Pero pese a este desarrollo de la mente, un gran número de personas siguen creyendo en la existencia de seres inanimados, más comúnmente conocidos como fantasmas. Las personas que creen en la existencia de estos seres inanimados, tienen miedo de que en algún momento se les aparezca súbitamente un familiar ya fallecido. Si en realidad existieran los fantasmas, no podrían hacer nada a los hombres, ya que carecen de un cuerpo físico para poder lastimar. En el pasado, los discípulos de Jesucristo pensaron ver un fantasma, cuando su Maestro apareció físicamente en medio de ellos.

Jesucristo, antes de ser arrestado, juzgado y crucificado, en varias ocasiones había anunciado a sus discípulos y a todos sus seguidores que al tercer día de su muerte resucitaría. Tanto sus discípulos como sus otros seguidores, no creyeron completamente en estas palabras de Jesús, por eso no esperaban que se les apareciera físicamente en algún momento. A medida que avanzaba el tercer día de la muerte de Jesucristo, el Señor se manifestó a Pedro y más tarde se había manifestado a dos hombres, pero ni estas apariciones lograron convencer a los de más discípulos que Jesucristo había resucitado, tal como lo había profetizado. Al llegar la noche, los once discípulos y más seguidores de Jesucristo, se habían reunido en una casa, y los que habían visto a Jesús resucitado, empezaron a compartir sus experiencias.

Mientras compartían esas experiencias, el Señor se les apareció, lo cual causó un gran temor en los que se encontraban en la casa, pues al ver a su Maestro, pensaron que estaban viendo a un fantasma. En aquellos días la gente generalmente creía que el alma de los muertos podía vagar en la tierra días después de su muerte, por eso al ver a Jesucristo, pensaron que era su alma, y no el Señor en persona. Ante el temor generalizado, Jesús trató de convencerlos que no estaban viendo a un fantasma, sino a una persona realmente viva de carne y hueso, por eso les mostró sus manos y pies aún marcados con las heridas hechas por los clavos. Además, les invitó a que comprobaran por ellos mismos, tocando cada una de sus heridas. El Señor también les pidió algo de comida, y en seguida le sirvieron pescado asado, mientras comía, todos le veían con asombro. El cuerpo resucitado del Señor era un cuerpo literal y tangible de carne y huesos, por eso sintió hambre y pudo comer lo que le sirvieron. Sin duda, era el mismo cuerpo que había sido sepultado unos días atrás, pero había sido transformado en el sentido de que ya no estaba sujeto a la muerte. Con este cuerpo glorificado, Jesús podía entrar en una habitación con las puertas cerradas, por eso, por la entrada que había hecho traspasando la puerta, sus discípulos pese a ver sus heridas y tocarlo, no podían creer que era realmente Él, Su Maestro que había vencido la muerte tal como les había profetizado.

Queridos hermanos. La resurrección de Cristo es real y no una fábula como algunos inconversos la afirman. Por eso se apareció a sus discípulos, con un cuerpo de carne y hueso tal como lo habían sepultado. Hoy en día no tenemos el privilegio de ver el cuerpo de nuestro Señor resucitado cara a cara, pero tenemos las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento que dan testimonio de Su vida, muerte y resurrección. Las Escrituras deberían de ser más que suficientes para nuestra fe en el Hijo de Dios y para nuestro testimonio delante de los hombres inconversos. Hermanos. El cuerpo de nuestro amado Señor no quedó en la tumba como el cuerpo de muchas divinidades veneradas y adoradas por los hombres inconversos. Nuestro Señor resucitó en carne y hueso de entre los muertos, ahora está vivo y está sentado a la diestra de Dios Padre, y a su debido tiempo volverá para llevar a todos los redimidos a su reino eterno.