ALEGRÍA NO COMPARTIDA

ALEGRÍA NO COMPARTIDA

LUCAS 15:25 … su hijo mayor estaba en el campo, y como al regresar oyó música y danzas, se acercó a la casa. 26 Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él entonces le dijo: Tu hermano se ha presentado, y tu padre ha sacrificado el becerro gordo, porque lo recuperó sano. 28 Y se enojó y no quería entrar. Saliendo entonces su padre, le rogaba. 29 Pero él respondió al padre diciendo: He aquí, tantos años te sirvo y jamás quebranté un mandato tuyo, y nunca me diste un cabrito para regocijarme con mis amigos, 30 pero cuando regresó este hijo tuyo, que consumió tu hacienda con prostitutas, mataste para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas; 32 pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, y revivió; estaba perdido, y fue hallado. NTV.

Dentro de una familia, casi siempre hay un hijo que se rebela a la autoridad de sus padres, pero pese a ese comportamiento inadecuado, algunos padres le prestan más atención, esperando que con su amor y comprensión, su hijo en algún momento pueda recapacitar y cambiar su actitud, y empezar a comportarse adecuadamente en obediencia y sujeción a ellos. Algunos hijos que nunca se han revelado a la autoridad de sus padres, al ver el trato especial aparente por su hermano rebelde, se disgustan con sus padres, pues piensan que ese trato especial, su hermano rebelde no se lo merece, sino ellos que siempre se han mantenido obedientes, sumisos y con un comportamiento casi intachable. Este sentir, presentó el hermano mayor del hijo pródigo de la historia narrada por Jesucristo a los fariseos y más líderes religiosos del pueblo judío.

En la parábola de Jesucristo, un padre de familia tenía dos hijos. De estos dos, el hijo menor reclamó toda su herencia a su padre, y se fue de casa a disfrutar de esa herencia. Pero cuando malgastó toda su herencia, volvió a la casa de su padre. El padre de familia en vez de estar disgustado y molesto con su hijo menor, hizo una fiesta en su honor. El hijo mayor al regresar a su casa después de una larga jornada de trabajo, se sorprendió de la música y la fiesta, por eso antes de entrar a la casa, llamó a uno de los sirvientes para que le contase a que se debía la fiesta. Uno de los sirvientes salió y le contó todo lo acontecido, y tras el sirviente también salió su padre para invitar a su hijo que se uniera a la fiesta, pero su hijo no compartió la alegría de su padre, más bien lo reprochó por hacer una fiesta en honor de su hermano que había malgastado toda su herencia.

Pese a que la actitud del hijo mayor no es correcta, se puede entender la razón de su disgusto, además está fundamentada. Su hermano menor había perdido toda la herencia, pero su padre en vez de disgustarse, le premia con una fiesta en su honor. Cualquier persona sensata que estuviera en esta situación, mostraría la misma actitud del hijo mayor. Pero en contraste a los hijos, los padres amorosos no miran la situación de la misma manera que los hijos. El padre de familia había comprendido que su hijo menor hizo lo que hizo porque estaba enceguecido, pero ahora las vendas de sus ojos se le habían caído, por eso ahora veía con claridad todo, razón por la cual mostró arrepentimiento, y pidió perdón a su padre.

Esta historia fue dirigida específicamente a los fariseos y a los expertos de la Ley. Ellos no estaban de acuerdo con que Jesucristo compartiera su tiempo y enseñanzas con los gentiles, publicanos y pecadores. Porque ellos creían que, si en verdad Jesús era el Mesías prometido, tenía que compartir solo con personas justas que cumplían diligentemente todos los mandamientos de Dios, personas totalmente justas como ellos se creían serlo. Por eso en vez de alegrarse y participar del tiempo con los que estaba reunido Jesucristo, se mantenían lejanos y murmurando contra el Señor.

Queridos hermanos. Antes de la llegada de Jesucristo a este mundo, la salvación solo era para los judíos, pero Jesucristo lo cambio todo, ahora la salvación está disponible para toda la humanidad. Con este anhelo de compartir el evangelio de la salvación, el Señor se reunió con las personas despreciadas por los líderes religiosos del pueblo judío, por eso tanto los fariseos como los maestros de la ley, en vez de alegrarse por el arrepentimiento mostrado por sus compatriotas pecadores, estaban molestos y disgustados con Jesús por compartir el tiempo con ellos, tal como el hijo mayor se disgustó con su padre por festejar el regreso de su hijo menor. Hermanos. No debemos molestarnos si nuestros padres les dan un trato especial a nuestros hermanos rebeldes, en su lugar, debemos alegrarnos si por ese trato especial ellos recapacitan, se arrepienten y vuelven a la sujeción de nuestros padres.