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MÉDICOS PARA LOS ENFERMOS

MÉDICOS PARA LOS ENFERMOS

LUCAS 5:27 Tiempo después, al salir de la ciudad, Jesús vio a un cobrador de impuestos llamado Leví sentado en su cabina de cobrador. Sígueme y sé mi discípulo, le dijo Jesús. 28 Entonces Leví se levantó, dejó todo y lo siguió. 29 Más tarde, Leví dio un banquete en su casa, con Jesús como invitado de honor. Muchos de los cobradores de impuestos, compañeros de Leví, y otros invitados comieron con ellos. 30 Pero los fariseos y los maestros de la ley religiosa les reclamaron severamente a los discípulos de Jesús diciéndoles: ¿Por qué comen y beben con semejante escoria?. 31 Jesús les contestó: La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. 32 No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores y necesitan arrepentirse. NTV.

Llevar a una persona sana a un hospital o centro médico para que lo chequeen los especialistas de la salud, es algo ilógico, ya que si el paciente no presenta ninguna clase de sintomatologías, los médicos no sabrían de que tratarle. Caso contrario sucede con un paciente enfermo, ya que ellos presentan sintomatologías y los médicos están capacitados para dar alivio a los síntomas de sus pacientes. Algo similar sucede en el ámbito espiritual. Toda persona que se cree santa y sin pecados, jamás va a acudir a una iglesia en búsqueda del perdón de sus pecados, pero una persona que es consciente de que es pecador, si lo va a hacer. Esa persona buscará un lugar donde le puedan ayudar a encontrar el perdón de sus pecados y la salvación para su alma. Jesucristo vino a este mundo justamente para dar perdón a las personas que necesitan ser perdonados de sus pecados, por eso cuando estuvo en este mundo, se relacionó con la mayoría de ellos y les extendió el perdón a sus pecados.

Con este deseo de perdonar a los pecadores, Jesucristo llamó a un pecador para que sea uno de sus discípulos. El Señor llamó a un cobrador de impuestos para que sea uno de sus discípulos, y este hombre aceptó el llamado del Señor y lo dejó todo para seguirlo. Con la alegría de haber sido escogido pese a su condición pecaminosa, Leví organizó un banquete, donde su invitado de honor era Jesucristo. A ese banquete también fueron invitados los discípulos de Jesús, al igual que una gran multitud de sus antiguos amigos que también trabajaban en el oficio de la cobranza de impuestos. Levi, sin duda invitó a sus amigos para que conocieran al hombre que había acabado de cambiar su vida, también quería honrar públicamente al Señor, y testificar públicamente acerca de su nueva adhesión.

La mayoría de los invitados al banquete preparado por Leví, eran personas repudiadas por la sociedad judía, pues los cobradores de impuestos eran considerados igual de pecadores como lo eran los ladrones, y los asesinos. Por eso los cobradores de impuestos estaban excomulgados de la sinagoga. Esta mala fama se debía a que la mayoría de los cobradores de impuestos, cobraban los impuestos por encima de lo legal, inclusive inventaban cada vez nuevos impuestos para sacar más dinero de los habitantes. Nadie se les podía oponer porque estaban bajo la protección de Roma. Por todo esto, ningún judío fraternizaba con ellos, y peor sentarse a compartir el pan y el vino. Pero Jesucristo siendo judío, compartía la mesa con ellos y esto no les agradó a los fariseos y a los escribas, razón por lo cual lo reprocharon. Los fariseos observaban celosamente la ley de Levítico la de no mezclarse con los pecadores, pues ellos se creían santos y sin pecados. Jesús respondió a las críticas de los fariseos y escribas comparándose a sí mismo con un médico. Les dijo que la tarea del médico es la de asociarse con los enfermos, porque ellos son los únicos que necesitan de sus cuidados profesionales. De la misma manera, Él como un médico espiritual, debía compartir su tiempo con los pecadores como Levi y sus amigos para llevarlos al arrepentimiento, y no con personas que se creían justas y libres de todo pecado.

Queridos hermanos. Durante su vida ministerial, nuestro amado Señor, decidió invertir su tiempo no con los líderes religiosos del pueblo judío que se creían santos, justos y libres de todo pecado, sino con personas que eran conscientes de sus pecados y su necesidad del perdón de Dios para alcanzar la salvación. En el presente, hay muchas personas que al igual que los líderes religiosos judíos, creen que están libres de todo pecado y que no necesitan del perdón de Dios para alcanzar la salvación. Con esta errónea creencia, cierran su mente y corazón al evangelio. Hermanos. Nuestro deber no es solo estar en as cuatro paredes de la iglesia compartiendo nuestro tiempo con otros creyentes, nuestro deber también es compartir nuestro tiempo con las personas inconversas, para compartirles el evangelio de nuestro Señor y llevarlos al arrepentimiento de sus pecados.

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