SOLUCIONES CONSTRUCTIVAS
SOLUCIONES CONSTRUCTIVAS
MARCOS 3:1 Jesús entró de nuevo en la sinagoga y vio a un hombre que tenía una mano deforme. 2 Como era el día de descanso, los enemigos de Jesús lo vigilaban de cerca. Si sanaba la mano del hombre, tenían pensado acusarlo por trabajar en el día de descanso. 3 Jesús le dijo al hombre con la mano deforme: Ven y ponte de pie frente a todos. 4 Luego se dirigió a sus acusadores y les preguntó: ¿Permite la ley hacer buenas acciones en el día de descanso o es un día para hacer el mal? ¿Es un día para salvar la vida o para destruirla?. Pero ellos no quisieron contestarle. 5 Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón. Entonces le dijo al hombre: Extiende la mano. Así que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada! NTV.
A lo largo de su vida, el hombre se enfrenta con un sinfín de decisiones que debe tomar, algunas son fáciles de decidir, pero existen otras un poco complicadas, ya que las decisiones que tomen, pueden llegar a afectar su vida. Este fue el caso de Jesucristo. En cierta ocasión, mientras Jesucristo entraba a una sinagoga para compartir el mensaje de su Padre eterno, se encontró con un hombre que tenía una mano deforme, al verlo, el Señor tuvo misericordia de él y quiso sanar su mano, pero había un gran inconveniente, ya que ese día era el día de descanso. Según las leyes de la religión judía, una persona judía no podía hacer ninguna clase de trabajo, ya que si lo hacía, estaría quebrantando la ley. Bajo esta ley religiosa, la sanidad contaba como una clase de trabajo, pues en esa época ya existían médicos que justamente trataban las enfermedades de los hombres a cambio de unas monedas, razón por la cual, cualquier tratamiento de una enfermedad y su sanación contaban como un trabajo.
En ese momento, Jesucristo no solo se enfrentaba con la ley de descanso, sino también con los líderes religiosos del pueblo judío, ya que ellos se habían declarado enemigos de Jesus, razón por la cual lo vigilaban rigurosamente, esperando que realizara algún movimiento en falso, y así tener razones de que acusarlo ante el Sanedrín y el gobernador de la región. Cuando se dio esta situación, justamente los líderes religiosos también se encontraban ahí observándolo atentamente para ver si sanaba la mano del hombre, si Jesús lo sanaba, ellos tendrían razones más que suficientes para presentar sus acusaciones en contra de Jesús. Los líderes religiosos sabían perfectamente que Jesús tenía la capacidad de hacer milagros, pero no les interesaba la identidad verdadera de Él. Lo único que les interesaba, era acabar con Él, y así, nadie les siga robando la gloria y la autoridad que habían mantenido antes de su llegada.
Jesucristo era consciente de lo que estaban esperando los líderes religiosos, por eso antes de derramar su sanidad sobre el hombre enfermo, les preguntó a sus retractores: ¿Es lícito en sábado hacer bien, o hacer mal; salvar una vida, o matar? Ciertamente era lícito sanar en sábado; pero los líderes religiosos habían llegado a limitar a tal punto ese derecho, que incluso los médicos no podían auxiliar a sus pacientes en ese día a no ser que estuvieran en riesgo de muerte inminente. La compasión y la misericordia eran completamente ignoradas para con los hombres, pero sí se practicaban cuando se trataba de sus animales. Sin duda, el mandamiento con relación al sábado había sido transformado en una exigencia inflexible y cruel. Ante esta pregunta, los líderes religiosos se quedaron sin palabra, ocasionando así la ira del Señor en contra de ellos. Por último, a Jesús no le importó lo que sus enemigos pudieran pensar o hacer contra Él, Su misericordia por el hombre fue más, y terminó sanando la mano de aquel hombre.
Queridos hermanos. La ira del Señor en contra de los líderes religiosos no era pecaminosa, sino un enojo de profundo pesar ante la dureza de su corazón; dureza con la que estaban no sólo violando el sentido espiritual del sábado sino rechazándolo a Él como Salvador. Mostrar ira y enojo ante la maldad e injusticia de los hombres, en si no es malo, depende lo que hacemos con esos sentimientos. Con mucha frecuencia muchos de nosotros expresamos nuestro enojo de manera egoísta y perjudicial, en vez de tomar acciones para cambiar esa realidad. Jesús expresó su enojo no tomando acciones en contra de sus retractores sino corrigiendo un problema: esto lo demostró al sanar la mano al hombre. Hermanos. Ante la maldad y la injusticia de los hombres, no tomemos acciones de represalia en contra de ellos, ni les deseemos alguna clase de maldición, en su lugar, busquemos soluciones constructivas que puedan ayudar a las personas afectadas por la injusticia y la maldad de esos hombres perversos.
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