EL PELIGRO DE HACER TROPEZAR
EL PELIGRO DE HACER TROPEZAR
En algún momento de la vida, una persona se vuelve ejemplo para otros, ya sea por la autoridad que ejerce, por su trabajo, por sus logros, por su rol de padre, hermano, amigo, pastor, líder ministerial o hermano mayor en la fe. Los niños, adolescentes, jóvenes y personas inmaduras, siempre están observando a los que caminan delante de ellos para seguir sus pisadas, por eso toda persona que es madura, tiene que preocuparse de llevar una vida recta, justa e intachable para no hacer tropezar a los que le siguen sus pisadas, ya que el hacer tropezar a alguno de ellos, le acarrea una severa condenación, no solo para esta vida, sino también para su vida después de la muerte física. Esta dura advertencia para las personas maduras y especialmente para sus seguidores la hizo el Señor en una de sus enseñanzas: “Pero, si hacen que uno de estos pequeños que confía en mí caiga en pecado, sería mejor para ustedes que se aten una gran piedra de molino alrededor del cuello y se ahoguen en las profundidades del mar.” Mateo 18:6 NTV.
Nuestras acciones inadecuadas, como seguidores de Cristo, pueden hacer tropezar a las personas que nos están observando, razón por la cual tenemos la obligación de llevar una vida intachable en conformidad a la voluntad del Señor, obedeciendo y poniendo en práctica cada una de sus enseñanzas, ya que los niños, personas inmaduras en la fe y personas inconversas están observando cómo llevamos nuestra vida como seguidores de Cristo. Posiblemente algunos nos observarán para criticarnos y otros para seguir el modelo de vida cristiana que deben llevar. Sea cual sea la razón por la que nos observan, los creyentes siempre debemos cuidar que nuestro testimonio sea intachable en presencia de todas las personas, para no hacerlos tropezar, ya que si por nuestras palabras, acciones, comportamientos, o enseñanzas tropiezan, seremos juzgados severamente por nuestro Señor.
En este mundo lleno de maldad y pecado, existen muchas situaciones que harán pecar a las personas; eso es inevitable. Sin embargo, no excusa la culpabilidad de los que pequen. El pecador es culpable y también lo es la persona que hace que otra peque. Por eso para que no seamos culpables de hacer pecar a otros, Jesucristo nos advierte para que estemos atentos y cuidadosos con lo que hacemos y decimos en frente de los niños y personas inmaduras en la fe, al igual que en presencia de las personas inconversas. Además, debemos cuidar que nuestras enseñanzas de las Sagradas Escrituras no los lleve a la confusión, debemos ser lo más claro posible y siempre debemos tratar de responder las inquietudes que tengan en cuanto a las enseñanzas bíblicas que compartamos. Nuestro testimonio de vida cristiana debe ser intachable, al igual que nuestras enseñanzas de las Sagradas Escrituras, solo así evitaremos ser juzgados por nuestro amado Señor.
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