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EL MEJOR ABOGADO

EL MEJOR ABOGADO

ZACARÍAS 3:1 Entonces el ángel me mostró a Jesúa, el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del SEÑOR. El Acusador, Satanás, estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa. 2 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás: Yo, el SEÑOR, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el SEÑOR que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego. 3 La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel. 4 Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: Quítenle esa ropa sucia. Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: ¿Ya ves? He quitado tus pecados y ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina. NTV.

Toda la humanidad esta bajo condenación, porque todos viven sus vidas infringiendo las leyes dadas por el eterno Creador a la humanidad. Como todos los hombres son pecadores, tienen que ser juzgados para que paguen por haber quebrantado las leyes Divinas, y este juicio se dará en el final de los tiempos. En su siguiente visión, el profeta Zacarías pudo presenciar un juicio casi similar al que se dará lugar en el final de los tiempos sobre todos los pecadores. El juicio que presenció el profeta, era sobre Jesúa, el sumo sacerdote de Jerusalén. Este juicio se llevaba a cabo justo antes de que se inicie a restablecer el servicio sacerdotal en el templo recién reconstruido de la ciudad santa.

Antes del cautiverio de los judíos en Babilonia, muchos sacerdotes del templo de Jerusalén se habían corrompido, pues ellos también fueron afectados por la idolatría y el pecado de todo el pueblo. Los sacerdotes habían presentado ofrendas y sacrificios a los dioses paganos de la región. Por esas acciones en contra del Creador, sus vestiduras sacerdotales se mancharon, sus manos se llenaron de pecado y se volvieron impuros. En el templo reconstruido, los servicios debían estar a cargo de sacerdotes libres de cualquier impureza, libres de pecados, pues el templo era la morada terrenal del único Dios verdadero. El Creador es un Dios santo, y los que le sirvan a Él dentro del templo tendrían que estar libres de cualquier impureza, por eso antes de que se inicie los servicios dentro del templo reconstruido, Dios tendría que purificar a los sacerdotes que le iban a servir.

El sacerdote Jesúa en representación de todos los sacerdotes de Jerusalén es presentado ante el tribunal. A la mano derecha de Dios estaba satanás, el cual acusaba al sacerdote Jesúa de las rebeliones pasadas en contra de las leyes y los mandamientos de Dios. Ante las acusaciones presentadas por el maligno, él fue reprendido, pues Dios había elegido al pueblo de Jerusalén para que sea eternamente su pueblo. Ahora sin la presencia del acusador, Dios por su gracia, quitó las vestiduras sacerdotales de Jesúa que estaban manchadas por los sacrificios presentados a los dioses paganos. Dios le dio una nueva vestidura libre de impurezas, y de cualquier contaminación que pueda hacerle indigno de presentar su servicio sacerdotal en el templo santo. Dios por su gracia y misericordia, perdonó absolutamente todos sus pecados, le purificó para que pueda cumplir su función sacerdotal en el templo reconstruido de Jerusalén.

Desde la antigüedad, satanás ha sido el acusador de todos los hombres en la presencia de Dios, porque no quiere ir a la condenación eterna solo, por eso trata de arrastrar con él a todos los hombres posibles. Con esta intención, se presentará una y otra vez en la presencia de Dios para acusar a los hombres de todos los pecados que cometan. Ante un acusador así, Dios también dio a la humanidad un abogado el cual defiende ante cualquier acusación que satanás realice en contra de los hombres. El abogado que Dios dio a la humanidad fue a su amado Hijo Cristo Jesús.

Queridos hermanos. Al igual que los sacerdotes de Jerusalén, nosotros antes de aceptar a Jesucristo en nuestras vidas, estábamos sucios a causa de nuestros delitos y pecados, pero gracias al sacrificio de Cristo Jesús en la cruz del calvario, fuimos purificados, fuimos revestidos de vestiduras de gala y aceptables en la presencia de Dios Padre. Ahora satanás no podrá acusarnos de nuestros pecados pasados, presentes y futuros, ya que tenemos al mejor de los abogados, a Cristo Jesús, nuestro Señor y Redentor. Pero todos aquellos que no han aceptado a Jesucristo en su corazón, están bajo condenación y serán juzgados en el final de los tiempos conjuntamente con satanás a una eternidad de sufrimiento. Amigo. Si usted desea tener de su lado al mejor abogado del mundo, le invito a que tome unos minutos en este momento para que ore a Dios. Confiese sus pecados, arrepiéntase y pídale perdón a Dios, acepte a Jesucristo en su vida, y Él le quitará las vestiduras sucias del pecado, y le vestirá de ropa de gala, para que pueda entrar en la presencia de Dios Padre.

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BAU
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