NO DEJEN DE CONFIAR EN DIOS

NO DEJEN DE CONFIAR EN DIOS

Para llegar a la morada de Dios Padre, posiblemente debamos recorrer un largo camino, en el cual nos encontraremos con un sinfín de obstáculos que trataran de detenernos para que no lleguemos a la meta final que tanto anhelamos. Nuestro recorrido a la morada eterna, inicia cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, lo confesamos y aceptamos el sacrificio realizado por Cristo Jesús en favor de toda la humanidad pecadora. Tras nuestra conversión, algunos tendremos que recorrer un largo camino, pero otros no tanto, todo dependerá de la voluntad de Dios de mantenernos con vida en este mundo. En este recorrido, tenemos que tener cuidado de algo muy importante para no quedarnos en medio camino y no llegar a la presencia de Dios, esto nos da a conocer el escritor de la carta a los hebreos: ¡Cuidado, hermanos! No piensen en lo malo, ni dejen de confiar en el Dios que vive para siempre, para que no se aparten de él. Hebreos 3:12. TLA.

En nuestro recorrido a los brazos amorosos de nuestro Padre eterno, el peligro de volver a nuestra vida de pecados siempre estará latente, ya que tras nuestra conversión a Cristo, algunos no abandonamos definitivamente nuestra vieja naturaleza, pues en nuestro corazón y en nuestra mente seguimos albergando algunos deseos perversos que tarde o temprano terminarán por manifestarse. Para que esto no ocurra, debemos apartar nuestros pensamientos de los malos deseos y los placeres que nos ofrece este mundo, en su lugar, debemos pensar en las cosas que le agradan a Dios. Por eso es importante que tengamos siempre nuestra mente ocupada, meditando de noche y de día en las Sagradas Escrituras. Además, mientras estemos con vida en este mundo, no debemos dejar de confiar en Dios, ya que nuestra fe será la base para vencer todos los obstáculos que nos pueda enviar el maligno.

Aunque se presenten un sinfín de tentaciones y aflicciones en nuestro recorrido al reino de nuestro amado Padre Celestial, nunca debemos dejar de creer y confiar en Quien entregó su vida para que tengamos la oportunidad de alcanzar la salvación y la vida eterna en el reino de los cielos. En esos momentos de tentación o aflicción, es cuando más debemos arraigarnos de las manos amorosas de nuestro Señor y Salvador, para que Él nos de la fortaleza necesaria para vencer los malos deseos de pecar, o la fuerza necesaria para que soportemos las aflicciones y salir victoriosos. Nuestra fe férrea en Jesucristo, nos ayudará a no quedarnos en medio camino, sino que nos dará la fortaleza necesaria para que terminemos nuestro recorrido con éxito y lleguemos a nuestra morada eterna, junto a nuestro amado Padre eterno