DIOS TIENE EL CONTROL

DIOS TIENE EL CONTROL

HABACUC 1:2 ¿Hasta cuándo debo pedir ayuda, oh SEÑOR? ¡Pero tú no escuchas! ¡Hay violencia por todas partes!, clamo, pero tú no vienes a salvar. 3 ¿Tendré siempre que ver estas maldades? ¿Por qué debo mirar tanta miseria? Dondequiera que mire, veo destrucción y violencia. Estoy rodeado de gente que le encanta discutir y pelear. 4 La ley se ha estancado y no hay justicia en los tribunales. Los perversos suman más que los justos, de manera que la justicia se ha corrompido. 5 El SEÑOR respondió … 6 Estoy levantando a los babilonios, un pueblo cruel y violento. Marcharán por todo el mundo y conquistarán otras tierras. 9 … Sus multitudes avanzan como el viento del desierto, barriendo cautivos a su paso como si fueran arena. NTV.

Un país gobernado por la maldad, la violencia y la injusticia, es insegura, y el peligro está en constante asecho, esperando a sus próximas víctimas. Por eso el deseo de las personas que viven de acuerdo a la justicia, al encontrarse viviendo en una realidad así, es que la maldad y la injusticia desvanezcan por completo de su nación, para que la paz y tranquilidad vuelvan nuevamente a sus vidas, y a la vida de sus familiares. El deseo de que la maldad desvanezca de su alrededor, no es nada nuevo, ya que en los tiempos del Antiguo Testamento, muchas personas que vivían oprimidas, deseaban que la maldad y la injusticia desvanezcan de sus reinos para poder vivir en completa paz y tranquilidad.

En ese período de la historia, la maldad y la injusticia reinaba en casi todos los reinos de Mesopotamia. En estos reinos, los fuertes se aprovechaban de los más débiles e indefensos, los que eran encargados de impartir justicia eran corruptos, y los gobernantes se aprovechaban del pueblo, etc. Uno de los reinos donde reinaba la maldad y la injusticia era el reino de Judá. Los habitantes del reino habían abandonado por completo las leyes de Dios y se habían pervertido al igual que las naciones que les rodeaban. Ante esta realidad que vivía su nación, el profeta Habacuc veía con tristeza como sus compatriotas se aprovechaban despiadadamente de otros sin ninguna clase de remordimiento. La mayoría de los habitantes del reino judío estaban viviendo bajo el dominio de la maldad y el pecado. Dentro del reino había desaparecido la justicia, pues los encargados de hacer que se cumpla, la habían abandonado, pues aceptaban sobornos para dictar sentencia en favor del mejor postor.

Toda esta realidad le tenía afligido al profeta Habacuc, ver a sus compatriotas sin las leyes de Yahvé, oprimiendo a los pocos justos que todavía quedaban dentro del reino. Habacuc deseaba que Dios empezara a tomar las riendas de la nación y derramara su ira sobre sus compatriotas malvados, e hiciera justicia a los indefensos y vulnerables que habrían sido oprimidos por ellos. El profeta Habacuc por medio de la oración, presentó su queja a Dios esperando que Él interviniera lo más rápido posible y castigara a sus compatriotas malvados. Ante la oración ferviente de su siervo, el eterno Creador le dio una respuesta que no esperaba. Dios le dio a conocer a Habacuc que derramaría su justicia sobre su reino, para lo cual utilizaría a un imperio que estaba surgiendo, que a la larga sería el imperio que dominaría la región por varios años. Dios utilizaría al ejército de los caldeos para derramar su justicia sobre el reino de Judá. Durante el juicio de Yahvé, Nabucodonosor estaría al mando de este ejército invasor. En la panorámica del profeta Habacuc, Dios utilizaría a un imperio más injusto que el propio reino de Judá para derramar su justicia.

Queridos hermanos. En muchas ocasiones no entendemos el actuar de nuestro amado Padre Celestial, al no entenderlo, dudamos de que Él tiene el control absoluto de todo el universo. Estas dudas son más frecuentes cuando vemos a la injusticia flagrante dentro de la sociedad y Dios no hace nada para tomar el control de ella y castigarla. Pese a que dudemos del control que tiene Dios, Él lo tiene, solo que no derrama su ira inmediatamente sobre las personas malvadas e injustas, por su amor y misericordia, pues espera que en algún momento estas personas se arrepientan y entreguen sus vidas a Él. Hermanos. A pesar de lo que pueda estar pasando a nuestro alrededor, nunca debemos dudar del control que tiene Dios del universo, debemos estar seguros de que los planes de Dios son perfectos y que tomará el control de la injusticia a su debido tiempo. Por eso no debemos permitir que la injusticia reinante de la actualidad nos haga dudar del control que tiene Dios de la situación, por lo contrario, debemos poner en las manos de Dios todas las situaciones que nos puedan estar afligiendo.