VIVAMOS COMO ELEGIDOS DE DIOS

VIVAMOS COMO ELEGIDOS DE DIOS

Los padres cuando crían a sus hijos, tratan de criarlos con hábitos, costumbres y buenos valores, pues tienen el anhelo de que sus hijos tengan un adecuado comportamiento ante la sociedad, replicando todo lo bueno que aprendieron en su etapa de niñez y adolescencia, e incluso en la etapa de su juventud. De la misma forma que los padres terrenales esperan que sus hijos tengan un adecuado comportamiento, nuestro amado Padre Celestial, espera lo mismo de sus hijos en nuestras relaciones con los hermanos de la fe, y con todas las personas que nos rodean. Este anhelo de Dios para sus hijos, fue escrito por el apóstol Pablo en su carta a los Colosenses 3:12: “Dios los ama mucho a ustedes, y los ha elegido para que formen parte de su pueblo. Por eso, vivan como se espera de ustedes: amen a los demás, sean buenos, humildes, amables y pacientes.” TLA.

Dios por su gran amor, nos rescató de las tinieblas del pecado mediante el sacrificio de su amado Hijo, y gracias a este sacrificio nos dio la oportunidad de pertenecer a su pueblo escogido. Ahora como parte de su pueblo, no debemos comportarnos al igual que las personas inconversas, ya que ellos tienen un comportamiento inadecuado en sus relaciones con su prójimo. Por lo general, los que no forman parte del pueblo de Dios, son malvados, altaneros, arrogantes, impacientes y albergan odio en sus corazones. Pero los que ya somos parte de la familia de Dios, debemos ser buenos, humildes, amables y pacientes con todas las personas. Nuestro comportamiento también debe ser diferente al del mundo, porque fuimos regenerados y santificados, es decir que Dios nos ha apartado para que tengamos una vida diferente en semejanza a su amado Hijo.

Desde el momento que pasamos a formar parte de la familia de Dios, nosotros somos capacitados constantemente por el Espíritu Santo para que llevemos una vida diferente a la que lleva el mundo. Nos capacita para que vivamos bajo la voluntad de nuestro amado Padre Celestial, reflejando siempre el carácter de su amado Hijo Cristo Jesús. Como Dios nos ama, debemos amar a todas las personas que nos rodean, sin hacer ninguna acepción. Además, debemos ser buenos, amables, humildes y pacientes con ellos, tal como lo es nuestro amado Señor con nosotros. Reflejar estas características en nuestras relaciones con nuestro prójimo, para muchos nos parecerá difícil de hacerlo, pero lo podemos hacer gracias a que Cristo mismo habita en nosotros y nos da su mente y espíritu en todo. Ya que tenemos la ayuda de nuestro Señor, vivamos siempre como elegidos de Dios, tratando en todo momento de honrar y glorificar el santo nombre de nuestro Señor, por medio de un adecuado testimonio en nuestras relaciones con nuestro prójimo.