UN LIDERAZGO CON EJEMPLO
UN LIDERAZGO CON EJEMPLO
En el corazón de los hombres existe el deseo de liderar o ejercer algún grado de autoridad sobre otras personas. Algunos tienen este deseo, no con las nobles intenciones de ayudar a desarrollar o impulsar a las personas que están a su cargo, sino por el deseo de gobernar, dominar o sacar provecho de esa autoridad para satisfacer sus deseos de ambición y poder, que se encuentran albergados en sus corazones. Este deseo mal sano, también en ocasiones se apodera del corazón de los seguidores de Cristo, pues al igual que una persona inconversa, puede anhelar el liderazgo solo por el deseo de ejercer autoridad sobre otros hermanos de la fe y no por servir a Cristo. Ante este deseo inadecuado que pueda existir en el corazón de los líderes de la iglesia cristiana, el apóstol Pedro escribe: “No traten a los que Dios les encargó como si ustedes fueran sus amos; más bien, procuren ser un ejemplo para ellos.” 1 Pedro 5:3 TLA.
En el mundo secular, los hombres que tienen algún grado de liderazgo, por lo general ejercen autoridad y dominio sobre otros, impidiendo en todo momento que ellos puedan desarrollarse para alcanzar el liderazgo en algún momento, pero en la iglesia cristiana esto no debe ser así, pues toda persona que tiene algún grado de liderazgo, debe tratar a las personas que Dios puso a su cargo, no como si fueran sus amos o como si fueran sus dictadores, sino como si fueran sus siervos. Los líderes cristianos deben tratar a los miembros de su congregación o su ministerio, con amor y misericordia, y en todo momento impulsarlos a que desarrollen una adecuada madurez cristiana, para que en algún momento ellos puedan asumir el rol de liderazgo de la iglesia o del ministerio. Este es la clase de ejemplo que deben demostrar los líderes cristianos a sus consiervos, y este ejemplo valdrá más que una dictadura para que la congregación voluntariamente se someta a su gobierno y autoridad.
Aunque parezca que no, pero nuestro ejemplo es más efectivo para alcanzar la sumisión voluntaria de las personas que están a nuestro cargo, además esto es lo que nos pide Dios, antes de que obliguemos a los hermanos de la fe a someterse a la autoridad que Él nos dio. Si Dios nos delegó el liderazgo en la iglesia o en cualquier otro ámbito de la vida secular, debemos ser ejemplos, no dictadores. Debemos ir siempre al frente de las personas, no empujándolas desde atrás. Nunca debemos tratar a los que están a nuestro cargo como si fuésemos sus amos , pues nuestro Señor está en contra de esta clase de liderazgo. Nosotros estamos bajo el gobierno y la autoridad de Dios, y tenemos el ejemplo de que Él no nos trata como nuestro dictador, sino que nos trata con su dulce y ferviente amor.
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