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PROCLAME SIEMPRE LA GRANDEZA DE DIOS

PROCLAME SIEMPRE LA GRANDEZA DE DIOS.

EZEQUIEL 29:2 Hijo de hombre, ponte de cara a Egipto y profetiza contra su rey el faraón y contra todo el pueblo egipcio. 8 … esto dice el SEÑOR Soberano: oh Egipto, enviaré un ejército contra ti y destruiré tanto a la gente como a los animales. 9 La tierra de Egipto se convertirá en una desolada tierra baldía y los egipcios sabrán que yo soy el SEÑOR. Debido a que dijiste: ‘El Nilo es mío; yo lo hice’, 10 ahora soy enemigo tuyo y de tu río. Haré de Egipto una tierra totalmente desolada y baldía, desde Migdol hasta Asuán, y tan al sur como la frontera con Etiopía.11 Durante cuarenta años nadie pasará por allí, ni personas ni animales. Quedará totalmente despoblada. 12 Haré de Egipto un lugar desolado, rodeado por otras naciones desoladas. Sus ciudades quedarán vacías y desoladas durante cuarenta años… NTV.

Darse crédito de algo que no se ha hecho, es un error que cometen algunas personas cuando están enceguecidas por el poder o el éxito alcanzado. Bajo el dominio del poder o del éxito, llegan a sentirse que han alcanzado la gloria y la divinidad, razón por la cual llegan a sentirse que se han convertido en dioses y amos de todo lo que les rodea. El faraón de Egipto, había alcanzado muchos logros a lo largo de su gobierno. Había conquistado reinos vecinos y amontonado grandes riquezas. Posiblemente sus ciudades arquitectónicamente llegaron a ser las más hermosas de toda la región. Todo esto hizo que el faraón se sintiera un dios, y que todo lo que había logrado fueron consecuencias de sus esfuerzos y de su poder, incluso llegó a pensar que el río más importante del reino le pertenecía, ya que era una creación de sus manos.

Al atribuirse como el creador del río Nilo, trató de robar toda la gloria que le pertenece al único Dios verdadero, al único Creador de todas las cosas existentes en este mundo. El faraón egipcio cometió un grave error al atribuirse como el creador del río Nilo. Error que le costaría muy caro, ya que fue una de las tantas causantes para que el Señor de los Ejércitos Celestiales dictara una sentencia contra él y toda la nación. Dios por medio del profeta Ezequiel, profetizo la terrible sentencia que recaería sobre el reino egipcio, sus habitantes y el monarca. Bajo el juicio Divino, toda la nación egipcia sería devastada, quedaría completamente desolada e inhabitable. De todos los juicios decretados por el eterno Creador en contra de las naciones del mundo, el juicio decretado contra Egipto parecería ser la más severa de todas, ya que el juicio iba a afectar al río más importante y símbolo de toda la nación.

El río Nilo era el orgullo y el regocijo de Egipto, un río que daba vida, ya que cruzaba en medio del desierto, pero tras el juicio Divino, la tierra usualmente fértil e irrigada de Egipto iba a quedar desierta y desolada. Debido a que el orgullo de Egipto se basaba en su riqueza agrícola y en su independencia, y éstas a su vez dependían de sus ríos, especialmente del Nilo. Dios como enemigo de Egipto, iba a afectar la corriente de su principal río, convirtiendo a las tierras fértiles en completos desiertos, desde Migdol frontera nororiental, junto al actual canal de Suez hasta Siene, la actual Asuan, en la frontera sur con Etiopia, Sudán y Nubia. Para este juicio, Dios utilizaría una vez más al ejército del imperio babilonio, quienes destruirían completamente la ciudad, incluyendo a sus habitantes y animales. Algunos egipcios serían llevados a Babilonia, otros escaparían de la masacre a Arabia y Etiopía. Egipto quedaría despoblada y desolada, rodeado por otras naciones desoladas. Sus ciudades quedarían vacías y desoladas por un período de cuarenta años.

Queridos hermanos. El faraón al ver que su reino era próspero y poderoso, en vez de dar gracias a Dios, declaró soberbiamente que el rio Nilo le pertenecía, ya que él lo había creado, al hacer esta declaración, cometió un error que le costó muy caro, y el precio de su soberbia y orgullo fue la afectación de la corriente de río Nilo, símbolo de la nación, y la devastación de todo el reino. Hermanos. En ocasiones, dominados por el orgullo, cometemos el mismo error que cometió el faraón egipcio, cuando declaramos: “Esta casa es mía; yo la construí”, o «Gracias a mis esfuerzos he logrado llegar a donde estoy» o «He construido este ministerio, iglesia, negocio o reputación desde los cimientos». Declaraciones como estas, revelan nuestra soberbia y nuestro corazón perverso, además, nos hacen ver que todavía no estamos totalmente sometidos al señorío de Cristo Jesús en nuestras vidas. El Señor debe ser exaltado en todo, ya que Él nos brinda todos los recursos que necesitamos para prosperar o tener éxito en todo lo que emprendemos. Por eso, en vez de proclamar nuestra grandeza como el faraón egipcio, debemos proclamar la grandeza y el poder de nuestro amado Señor.

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