ACTITUD HUMILDE.
Cuando nos enfrascamos en una discusión, difícilmente queremos dar nuestro brazo a torcer. Siempre queremos salirnos con la nuestra, porque en nuestro interior está el deseo de ganar toda clase de disputas, y además pensamos que el perderla, sería algo humillante. La solución a una discusión no es ganarla, es buscar que ambas partes se queden satisfechas, y si no se puede llegar a un acuerdo satisfactorio, el más sabio debe desistir de seguir con la discusión, humillándose delante del otro. La actitud de humillarnos no está en nuestro interior, por eso debemos trabajar duro para que la humildad sea parte de nuestra vida, porque el Señor a quien servimos, siempre mostró una actitud humilde, por esos se despojó de su divinidad para venir a este mundo y entregar su vida en la cruz para que nosotros tengamos la posibilidad de encontrar perdón a nuestros pecados, y la vida eterna. Si nos llamamos seguidores de Cristo, debemos tener la misma actitud que tuvo nuestro Señor. Filipenses 2:5-10.