YA NO CAUSEMOS DOLOR A DIOS
YA NO CAUSEMOS DOLOR A DIOS.
EZEQUIEL 6:3 Proclama este mensaje de parte del SEÑOR Soberano contra los montes de Israel. Esto dice el SEÑOR Soberano… “Estoy por provocar guerra contra ustedes y aplastaré sus santuarios paganos. 4 Todos sus altares serán demolidos y sus lugares de culto quedarán destruidos. Mataré a la gente delante de sus ídolos. 7 El lugar quedará sembrado de cadáveres y sabrán que sólo yo soy el SEÑOR. 8 Sin embargo, permitiré que algunos de mi pueblo escapen de la destrucción y esos pocos serán esparcidos entre las naciones del mundo. 9 Luego, cuando estén desterrados entre las naciones, se acordarán de mí. Reconocerán cuánto me duele la infidelidad de su corazón y la lujuria de sus ojos que anhelan a sus ídolos… NTV.
Ningún padre terrenal se siente contento y alegre cuando sus hijos se descarrían y se rebelan contra su autoridad, por lo contrario, se afligen profundamente y buscan maneras para encaminarlos nuevamente en el camino de la obediencia y la rectitud, ya que no quieren que se pierdan definitivamente y caigan en las manos de las leyes terrenales. Algo similar sucede con el Padre de toda la creación. Él se aflige profundamente cuando sus criaturas son rebeldes y desobedientes a Sus instrucciones. Ante esta rebeldía, por Su gran amor y misericordia, trata de corregirlos oportunamente mediante la disciplina antes de que sea demasiado tarde, y vayan a la condenación eterna en el final de los tiempos.
Los habitantes de Judá, pese al ver la destrucción de la nación de sus hermanos, no amedrentaron y siguieron adelante en su rebeldía contra su Creador. Persistieron en las practicas repudiadas por el Señor de los Ejércitos Celestiales. El pueblo judío siguió adelante rendiendo culto y adoración a los dioses de las naciones paganas en las montañas y los lugares altos del reino del sur y en los lugares del reino destruido del norte. La adoración a los falsos dioses que predominaba entre el pueblo hebreo, comúnmente eran celebrados en las montañas y en los lugares altos de la nación. Muchos de esos lugares habían sido antiguos sitios de adoración del pueblo cananeo, y el pueblo hebreo tras su conquista a los cananeos, adoptó estos lugares para seguir con la adoración y el culto a sus falsos dioses. En estos lugares levantaron altares, postes e imágenes para rendir culto, sacrificio y adoración a dioses paganos.
Todos estos actos reprochables, provocaron un profundo dolor en el corazón del eterno Creador. Por tal razón, pidió al profeta Ezequiel que profetizara la destrucción de estos lugares de adoración, y no solo de los lugares, sino también la de sus habitantes. Dios por medio del profeta anunció su juicio contra la nación rebelde e idólatra. Él iba a abandonar a Su pueblo tal como lo había abandonado rindiendo culto y adoración a los dioses de las naciones paganas. Dios iba a permitir que el pueblo fuera conquistado y destruido por el imperio babilonio. Los lugares donde rendían adoración a dioses extraños quedarían completamente hechos trizas al igual que todo el reino. Las calles de las ciudades quedarían desoladas y llenas de cadáveres, pero en su amor y misericordia, Dios permitiría que algunos escapen de la destrucción a diferentes lugares de la tierra. En esos lugares de refugio, el remanente no encontraría la paz, por lo contrario, la desgracia los perseguiría, hasta que por fin comprendan y reconozcan el profundo dolor que le ocasionaron al rebelarse y al adorar a dioses que nunca hicieron nada para ayudarles.
Queridos hermanos. La humanidad no se da cuenta que con su rebeldía, le ocasiona cada día un profundo dolor a Dios. Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales, no es carente de sentimientos, ya que al igual que un padre terrenal, se aflige cuando sus hijos son rebeldes y desobedientes a sus instrucciones. Dios por su amor y misericordia, quebranta a sus hijos para llevarlos al verdadero arrepentimiento, ya que sin una corrección o disciplina, el hombre no se aparta de sus pecados. Hermanos. Ante la necedad del pueblo hebreo, Dios los quebrantó por medio del imperio babilonio para tratar de llevarlos al arrepentimiento y no sean condenados eternamente en el final de los tiempos. Al igual que en el pasado, en la actualidad, Dios sigue derramando su disciplina sobre sus hijos rebeldes para que no sean condenados conjuntamente con los inconversos. Si valoramos el profundo amor que nos tiene el Señor, ya no le causemos dolor. Empecemos a llevar una vida de total obediencia a su bendita Palabra.
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