LA DISCIPLINA DIVINA
LA DISCIPLINA DIVINA.
JEREMÍAS 46:25 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, dice: «Castigaré a Amón, el dios de Tebas y a todos los demás dioses de Egipto. Castigaré a sus gobernantes y al faraón también, y a todos los que confían en él. 27 Pero no temas, mi siervo Jacob; no te desalientes, Israel. Pues los traeré de regreso a casa desde tierras lejanas, y tus hijos regresarán del destierro. Israel regresará a vivir en paz y tranquilidad, y nadie los atemorizará. 28 No temas, mi siervo Jacob, porque yo estoy contigo dice el SEÑOR. Destruiré por completo a las naciones donde te envié al destierro, pero no te destruiré a ti por completo. Te disciplinaré, pero con justicia; no puedo dejarte sin castigo. NTV.
El caos y la maldad a tomado el control del mundo, por eso las personas no pueden caminar libres y tranquilas por las calles. Todos caminan con el temor de que alguien les pueda salir al paso con las intenciones de hacerles daño. Un miedo similar, seguramente iba a experimentar el remanente judío cuando el ejército del imperio babilonio inicie sus ataques a las ciudades de Egipto. Justamente el remanente judío que se había salvado de los ataques de Nabucodonosor a los reinos de Israel y Judá, había escapado a las tierras egipcias para encontrar la paz de las posibles represalias de Nabucodonosor por el asesinato a uno de sus gobernadores. Pero en esas tierras lejanas, el remanente no iba a encontrar la paz, por lo contrario, iba a sentir una gran angustia a causa del juicio Divino contra la nación.
Cuando el remanente judío se encontraba establecido en diferentes ciudades de Egipto, el profeta Jeremías recibió una nueva profecía de parte del Señor para su pueblo. El profeta dio a conocer a sus compatriotas que el rey del imperio babilonio iba a atacar a Egipto con todo su poder. Que el poder del ejército invasor sería incontenible, así como los árboles de los bosques no puede detener el hacha de un leñador, que el ejército egipcio y sus aliados tampoco iban a poder detener el avance de los babilonios. Que el ejército caldeo sería más numeroso que las plagas de langostas que de vez en cuando asolaban los campos y tierras de cultivo de la nación.
Dios estaba decidido a castigar a Amón, el dios de Tebas y a todos los demás dioses de Egipto, y no solo a los dioses, sino también a los gobernantes, al faraón, y a todos los que confiaban en ellos. El instrumento elegido por el Señor de los ejércitos celestiales para castigar a la nación egipcia, sería nuevamente el imperio babilonio. En la ejecución de este juicio, todos los que habitasen en ese momento en la nación tendrían que sufrir, sin importar si son o no nativos de esa nación. El remanente judío que hace poco se había refugiado en esa nación también sufriría de los estragos del juicio divino contra Egipto. Pero el profeta a este grupo de judíos le dio esperanzas de salvación. El Señor dijo a su pueblo que no tuviera miedo, ni se desalentara y le prometió que le llevaría de regreso a casa, a la tierra de sus antepasados, donde encontraría por fin la paz y tranquilidad que añoraba, y sobre todo que nadie más los iba a atemorizar.
El Señor además le prometió que destruiría por completo a las naciones donde le había enviado al destierro, pero que a su pueblo no lo destruiría por completo, sino que solo lo disciplinaria de acuerdo a su justicia, ya que no podía dejarle sin castigarle por las constantes rebeliones que había mostrado en el pasado. La justicia divina, demanda que haya castigo para todo aquel que infringe las leyes establecidas por el eterno Creador. Como el pueblo judío quebrantó una y otra vez las leyes divinas debía ser castigado, para que la justicia divina quede satisfecha.
Queridos hermanos. Dios pese a todo el amor que tiene por nosotros sus hijos, no puede pasar por alto nuestra desobediencia y rebeldía, tiene que diciplinarnos para que no nos descarriemos completamente. Él no quiere que vayamos a la condenación eterna, una vez que hemos tenido un encuentro personal con su Hijo. Por eso cuando nosotros cometemos errores y le fallamos, nos envía una disciplina justa, porque el Señor no es injusto para castigarnos más de lo que nos merecemos. Hermanos. Si no queremos recibir una dolorosa reprenda de nuestro Señor, debemos tratar de llevar una vida que esté en conformidad a su palabra, ya que si no llevamos una vida conforme a su voluntad, a Él no le temblará la mano para enviarnos una reprenda, y así devolvernos al camino de la verdad y la justicia.
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