LA OBEDIENCIA TRAE RECOMPENSAS
LA OBEDIENCIA TRAE RECOMPENSAS.
JEREMÍAS 35:12 Entonces el SEÑOR le dio a Jeremías el siguiente mensaje: 13 … ve y dile al pueblo de Judá y de Jerusalén: “Vengan y aprendan una lección de cómo obedecerme. 14 Los recabitas no beben vino hasta el día de hoy porque su antepasado Jonadab les dijo que no; pero yo les hablé a ustedes una y otra vez y se negaron a obedecerme. 17 Por lo tanto… “Dado que ustedes se niegan a escuchar o a responder cuando llamo, enviaré sobre Judá y Jerusalén todos los desastres con los que amenacé”. 18 … Jeremías se dirigió a los recabitas y les dijo… “Ustedes han obedecido a su antepasado Jonadab… 19 Por lo tanto, esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales… “Jonadab, hijo de Recab, siempre tendrá descendientes que me sirvan”. NTV.
El anhelo de todos los padres es que todos sus hijos sean obedientes y respetuosos en todo, pero este anhelo, solo queda ahí, ya que en una familia, difícilmente todos los hijos se crían conforme a los anhelos de sus padres, porque siempre hay hijos que se descarrean y causan dolores de cabeza a sus padres. Cuando existen diferencia de comportamientos entre los hijos, los padres hacen comparaciones entre ellos, tratando de que los hijos rebeldes se puedan comportar como sus hermanos más juiciosos. Comparaciones como las que hacen los padres terrenales entre sus hijos, la hizo el eterno Creador en el pasado. El Señor comparó a la descendencia de Jonadab entre el pueblo de Judá y Jerusalén. El pueblo de Jonadab, fue un pueblo que vivió en obediencia a las advertencias de sus antepasados, cumpliendo con cada una de las órdenes al pie de la letra, lo cumplían porque amaban y respetaban a sus antepasados. Con esa forma de respetar a sus antepasados, mostraban el respeto y la obediencia a Dios.
En contraste a la descendencia de Jonadab, el pueblo de Judá y Jerusalén, eran rebeldes y para nada les gustaba atender a las advertencias de los profetas enviados por el Señor. Judá y Jerusalén, vivían como bien les parecía, infringiendo constantemente las órdenes dadas por el eterno Creador. Ellos cometían pecados a diestra y siniestra, sin ninguna clase de remordimiento, porque realmente tenían la mente nublada de tantos pecados que habían cometido. Judá y Jerusalén eran pueblos idóltras que iban en pos de otros dioses, menospreciando al Dios que les liberó de la esclavitud de Egipto. Israel era todo lo opuesto al pueblo de Jonadab, por eso el Señor convocó a Judá y Jerusalén para que aprendieran de los recabitas de cómo se debe mostrar una adecuada obediencia y sumisión al Señor de los ejércitos celestiales.
El Señor con esta comparación, trató de concientizar a su pueblo para que dé una vez y por todas cambien la actitud que habían mantenido durante muchos años. Dios quería que su pueblo empezara a obedecerle para no enviarles el castigo que había anunciado por medio de los profetas. Pero el pueblo se mantuvo necio y terco para escuchar las advertencias de Dios, ellos se negaron a obedecer las leyes de Dios relacionadas con asuntos eternos, por esa rebeldía mostrada, el Señor les reiteró que enviaría sobre Judá y Jerusalén todos los desastres que había anunciado. En contraste a lo que iba a ocurrir con el pueblo de Judá, el pueblo de Jonadab iba a ser premiado por su obediencia. El Señor por medio del profeta Jeremías les prometió que siempre tendría descendientes que le sirvan.
Queridos hermanos. A veces parece que el llevar una vida de completa obediencia a los mandatos de Dios no traerán recompensas presentes o futuras, pero a los que piensan de esta manera, el Señor les dice: Ya que ustedes han obedecido mis mandamientos, y han cumplido todo lo que les ordené, yo, el Señor todopoderoso y Dios de Israel, les aseguro que nunca les faltara nada, Yo cumpliré con cada una de mis promesas que les hice en el pasado, les daré la vida eterna, y estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Dios no es deudor de nadie, Él premiará a todos los que se mantengan en completa obediencia a su bendita palabra. Hermanos. No escuchar a las advertencias de Dios, trae consecuencias nefastas para la vida del hombre, trae calamidades, trae sufrimientos, trae llanto y dolor, pero la obediencia a Su palabra, trae muchas bendiciones. De nosotros depende qué es lo que queremos recibir. ¿Si usted no quiere pasar por ese sufrimiento? es mejor que escuche las advertencias de Dios, es mejor que escuche con atención la voz del Espíritu Santo que mora en su interior.
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