ESPERANZA EN EL SEÑOR.
Cuando los padres hacen una promesa a sus hijos, los hijos se aferran a esa promesa con una ferviente esperanza, pues ellos no dudan de que sus padres vayan a faltar a esa promesa. Cuando crecemos, no podemos tener la misma esperanza que tiene los niños ante las promesas, pues nosotros dudamos de que las personas puedan cumplir sus promesas, debido a que vivimos en un mundo roto y pecaminoso. Pero en este mundo lleno de maldad y pecado, el Señor nos da esperanza de que sus promesas serán cumplidas a cabalidad, y esta certeza del cumplimiento de las promesas del Señor, lo podemos palpar a través de la lectura de su bendita palabra. En el pasado, Habacuc predijo la invasión del imperio babilonio a Judá, pero también predijo; que el Señor a su debido tiempo, restauraría nuevamente el reino. En esta promesa, el profeta mantuvo su esperanza hasta el final. Al igual que Habacuc, aferrémonos al Señor como nuestra esperanza y gozo supremos en las pruebas, porque Él nos sostiene y jamás nos dejará. Habacuc 3:17-18.