CONFIANZA EN EL SEÑOR

CONFIANZA EN EL SEÑOR.

JEREMÍAS 17:5 Esto dice el SEÑOR: «Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del SEÑOR. 6 Son como los arbustos raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y salada. 7 Pero benditos son los que confían en el SEÑOR y han hecho que el SEÑOR sea su esperanza y confianza. 8 Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto. NTV.

En el mundo, es habitual ver a los hombres confiar en otros hombres, semejantes a ellos mismos antes que confiar en el mismísimo eterno Creador. El hombre, tiende a apoyarse en alguien que sea visible, alguien que este físicamente junto a él para brindarle la ayuda necesaria en tiempos de aflicción. El pueblo hebreo, pese que había sido participe de la manifestación del poder divino de Dios, no permaneció confiado en Él, por eso, cuando hubo rumores de que los ejércitos enemigos se acercaban para batallar en contra de ellos, rápidamente empezaron a realizar alianzas con naciones paganas, para que les defienda de las asechanzas enemigas. Israel, en vez de confiar en un Dios Todopoderoso, prefirió confiar en hombres visibles de carne y hueso como ellos. Israel, al preferir a alguien visible para poner en él su confianza, apartó a Dios completamente de su corazón y de su vida misma. El hombre sin la dirección de Dios, empieza a vivir bajo la voluntad de los deseos de su naturaleza carnal, transgrediendo de esa manera la voluntad de su Creador.

El profeta afirma que las personas que no confían en Dios, son como los arbustos raquíticos en medio del desierto, sin esperanza de producir fruto alguno, aunque sea temporada de dar fruto. Un árbol en medio del desierto jamás producirá frutos, porque tiene escasez de los elementos indispensables para la germinación. Un árbol en el desierto, no solo que no tendrá frutos, sino que el mismo, corre el peligro de dejar de existir por la falta de nutrientes. El profeta al momento de expresar estas palabras contra su pueblo, tuvo en mente, los arbustos raquíticos que crecían en la zona esteparia a orillas del mar Muerto, en su parte sur, llenas de emanaciones salitrosas. En este lugar árido, ningún árbol produce fruto por la falta de nutrientes. De igual manera, un hombre que no tiene a Dios en su corazón, jamás producirá frutos, no tendrán crecimiento, ni madurez espiritual, solo tendrá desgracia tras desgracia.

Al contrario, el hombre que confía en el Señor, será el árbol que crece exuberante junto a las corrientes de las aguas, y a medida que se acerca la época estival extiende sus raíces hacia la corriente. A estos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto. Igualmente, el profeta afirma que el hombre que pone su confianza en Dios antes que en los hombres será bendito. Pues Dios suplirá todas las necesidades que pueda tener, nunca será humillado, tampoco será defraudado, pues Dios estará con él, aunque ande por valles de sombras de muerte. Además, podrá descansar tranquilamente en los brazos del Señor y nada le faltará. El hombre que confía en Dios nunca desfallecerá a pesar de las tormentas o sequías que le puedan sobrevenir en su vida, pues estará enraizado a las promesas del supremo Creador. El hombre que confía en el Señor tendrá abundante fortaleza, no solo para sus necesidades, sino para las de los demás.

Queridos hermanos. La confianza en el Señor, es fundamental en la vida de todo creyente, por que esta confianza, nos ayuda a vivir cerca de la fuente de agua viva que fluye de las Sagradas Escrituras, la que nos proporciona la comunión intima con Dios mismo. Por causa de esa agua que da vida, que fluye de esta fuente de vida, nos podemos mantener en pie hasta en los tiempos más difíciles. Y no solo eso, sino que también nos ayuda para que podamos producir frutos. Hermanos. Ante cualquier adversidad que aparezca en nuestras vidas, no acudamos a los hombres de carne y hueso como nosotros, más bien acudamos directa y confiadamente ante nuestro amado Señor, solo Él, nos puede brindar la ayuda necesaria para salir victoriosos de esos momentos trágicos. El Señor debe ser nuestra esperanza, nuestro refugio, en todo momento y en todo lugar.